Conservando la parte del mar que es de todos | Interamerican Association for Environmental Defense (AIDA) Skip to content Skip to navigation
01 de Abril de 2016

En Semana Santa visité con mi familia el Parque Nacional Marino Las Baulas en Guanacaste, Costa Rica. Un guardaparques preparado y comprometido nos habló de las amenazas que las tortugas marinas enfrentan cuando desovan en la costa, y de la importancia de cuidar las playas y evitar desarrollos inadecuadamente implementados.

Pero lo que más llamó la atención fue la curiosidad de mis dos hijos, de cinco y tres años de edad, al saber lo mucho que las tortugas debían nadar para poner sus huevos. “Si se pierden, ¿las tortuguitas ya no nacen?”, preguntaron.

Para muchos la respuesta a esa interrogante es un misterio y de ahí viene la importancia de proteger la vida en alta mar, en aquellas aguas internacionales que no pertenecen a ningún país y que son, por tanto, un bien común global.

Lo que sucede en alta mar, más allá de lo que podemos ver y cuidar desde la costa, es lo que mueve a las más de 33 organizaciones no gubernamentales y a las más de 193 delegaciones en Naciones Unidas que están reunidas en Nueva York para trabajar, durante dos semanas, en la construcción de un acuerdo legalmente vinculante para conservar la vida marina en las áreas que están fuera de cualquier jurisdicción nacional.

El acuerdo será implementado bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR).

AIDA es la única ONG de América Latina que está presente en la Primera Sesión del Comité Preparatorio que busca crear el nuevo acuerdo en el plazo de dos años. Como parte de la High Seas Alliance (HSA) y gracias al apoyo de The Pew Charitable Trusts, estamos trabajando para llevar la voz de la sociedad civil latinoamericana a las negociaciones. 

Junto con las otras organizaciones que integran la HSA, estamos abogando para que el nuevo tratado cumpla los siguientes principios:

  1. Protección y preservación del medio marino de alta mar, incluyendo el cuerpo de agua.
  2. Cooperación entre Estados para conservar los recursos vivos de alta mar.
  3. Utilización de la mejor información científica disponible para la toma de decisiones.
  4. Buena administración de los recursos de alta mar, garantizándolos para las presentes y futuras generaciones.  
  5. Implementación del principio de precaución según el cual la ausencia de información no puede constituir una excusa para no proteger los ecosistemas de alta mar.
  6. Gestión basada en una planificación a gran escala que tome en cuenta la interrelación de la biodiversidad marina.
  7. Sostenibilidad y equidad en referencia a la posibilidad de utilizar los recursos para cubrir las necesidad de las generaciones presentes, respetando las necesidades de las generaciones futura. Deberá prestarse especial atención a los intereses y beneficios para los países en desarrollo.
  8. Buena gobernanza (transparencia, participación pública y acceso a procedimientos de revisión y recursos)
.
  9. “Quien contamina, paga”, lo que implica que los Estados que causen contaminación deben asumir su responsabilidad.
  10. Cumplimiento y respeto de los compromisos adquiridos bajo la CONVEMAR.

Adicionalmente, consideramos de vital importancia que los Estados incluyan la creación de áreas marinas protegidas fuera de las jurisdicciones nacionales para garantizar la conservación y preservación de la biodiversidad marina.

Desde AIDA vemos con mucha ilusión y esperanza el compromiso de los Estados durante este primer tramo del largo camino a recorrer. Sabemos que tras estos dos años de negociaciones veremos surgir con éxito un tratado que proteja la biodiversidad marina que pertenece a todos, aquella que es albergada en la mayor porción de nuestros mares.

¡Apóyanos para seguir trabajando hacia esa meta!

Sobre el Autor

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Gladys Martínez de Lemos

Gladys Martínez es la directora ejecutiva de AIDA, trabajando desde San José, Costa Rica. Por ocho años, lideró el Programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera. Gladys tiene una licenciatura en Derecho de la Universidad de Costa Rica y una maestría en Seguridad Ambiental y Paz de la Universidad de las Naciones Unidas para la Paz. Se formó además en administración de organizaciones sin fines de lucro en la Kellogg School of Management de la Northwestern University.

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