Por Sandra Moguel, asesora legal de AIDA, @sandra_moguel
Muy similar a las críticas a los resultados de la Cumbre de Río+20, los avances de la 11ª Conferencia de las Partes de la Convención Ramsar realizada del 6 al 13 de julio de 2012 en Rumania son escasos y hay poco compromiso de las Partes Contratantes.
Lo que más puedo destacar del evento es que quedó reconocido en el plan estratégico del trienio de la Convención, la importancia de la elaboración de un estudio sobre el caudal hidrológico de los humedales, especialmente el tema de volúmenes de agua. Es decir, ahora será de suma importancia revisar los volúmenes de agua de este ecosistema, el cual muchas veces puede aumentar o disminuir y por ello generar efectos colaterales en el medio ambiente.
Además se inicia un proceso para que algunos humedales podrían quedar registrados como reservas de agua o “reservorios” y esa designación ayudaría a que no se pudieran instalar proyectos turísticos o represas.
Durante la 11ª reunión de las Partes Contratantes de la Convención en Bucarest, la Conferencia tuvo como lema “Los Humedales: hogares y destinos turísticos”.
La Convención de Humedales de Importancia Internacional Prioritaria, mejor conocida como la Convención Ramsar, se firmó en Irán en 1971 con el fin de que los Estados Partes implementen el uso racional de los humedales en su territorio.
Este evento estuvo poco cubierto por los medios de México. Como asistentes mexicanos participaron la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas del gobierno federal y el Programa de Agua del Fondo Mundial para la Conservación (WWF).
Mucho ruido...
AIDA asistió como organización no gubernamental observadora por lo que en este texto comparto a los lectores de Ambiente y Vos/z algunas reflexiones a título personal de estas negociaciones internacionales:
Esta Conferencia de las Partes 11 (COP 11) confirmó el gran apoyo financiero que recibe del sector privado como cooperantes de la Convención, lo cual resulta preocupante por la posible mercantilización de los bienes comunes como lo son los humedales.
También este financiamiento económico podría generar una tendencia de la Secretaría Ramsar a favorecer intereses empresariales más que a considerar la protección total de los humedales.
Destacan también que ya se empieza a vincular el cambio climático con los humedales, pero aún con esos avances es necesario reformar la estructura de gobierno y financiamiento de la Convención para que pueda obtener los resultados esperados en pro del uso racional de los humedales.
En la resolución sobre cambio climático y humedales, las Partes Contratantes evadieron la discusión del tema y delegaron la responsabilidad de enfrentar este tema al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y la Convención Marco sobre Cambio Climático.
Sobre energía y humedales, las Partes Contratantes solicitaron el reconocimiento de la importancia y fragilidad de los humedales pero no hubo un compromiso específico y serio.
Uno de los momentos cruciales de la COP 11 fue la discusión respecto a la acogida institucional de la Convención Ramsar. Existía la posibilidad de alojarla en el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) o continuar con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
El resultado fue que la Convención Ramsar continúa alojada en UICN pero se evidenciaron reglamentos y procedimientos establecidos poco transparentes, incluso se impidió la participación y opinión de Partes Contratantes y se impuso la toma de decisiones sin consenso.
A pesar de que la Convención Ramsar cada vez es más conocida, el punto de su alojamiento cuestionó la credibilidad de la Convención y dejó ver su debilitamiento.