En las últimas semanas, diversos colectivos, gremios turísticos, ambientalistas y público en general han manifestado su oposición a un proyecto portuario que pondría en riesgo a la Reserva Nacional de Paracas, la tercera área protegida más conocida y visitada de Perú. El creciente discurso de reactivar la economía tras la pandemia COVID-19, pasando por alto la procuración del entorno, se ha sumado a las preocupaciones ante este plan.  

El proyecto de ampliación del puerto que ya existe en la zona de amortiguamiento de la reserva incluye la construcción de un almacén de concentrado de minerales, los cuales llegarían a través de camiones desde la sierra del país, donde se ubican importantes centros mineros. Estos vehículos pasarían por la reserva, generando impactos negativos, como la contaminación sonora y el riesgo de volcaduras, que pondrían en grave peligro el hábitat de diversas especies, además de dañar el paisaje natural. 

Para concretar su objetivo, el consorcio Terminal Portuario de Paracas (TPP) presentó una modificación al estudio de impacto ambiental, pero este fue rechazado debido a observaciones de instituciones como el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp). Sin embargo, la concesió del permiso para la ejecución del proyecto aún está pendiente.  

En un informe, la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) expresó su preocupación por este proyecto y concluyó que sí existe riesgo de contaminación y otros impactos en la fauna del lugar. Por ello, pidió al Estado cumplir con su obligación de tomar decisiones evitando la generación de impactos ambientales, riesgos y daños innecesarios a la reserva. Además, propuso la evaluación de otras salidas para el trasporte de estos minerales. 

La Reserva Nacional de Paracas fue establecida en 1975 sobre una extensión de 335 mil hectáreas. El área comprende un 65% de aguas marinas (217.594 hectáreas), patrimonio arqueológico, especies amenazadas y uno de los paisajes costeros más espectaculares del país. 

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