Desde el 2000 y por más de 15 años, los gobiernos de Estados Unidos y Colombia enviaron avionetas para fumigar con pesticidas tóxicos cultivos de coca y amapola en Colombia.
Los pesticidas se esparcían sobre casas, cultivos de hortalizas, ganado, ríos y bosques. Indígenas y otras personas que vivían en la zona tenían problemas de salud, al igual que anfibios, roedores, insectos y plantas. Familias enteras dejaron sus tierras debido a la fumigación.
Después de una década y media de esa práctica, los cultivos de coca y amapola permanecieron tan extendidos como siempre.
Durante esos años, AIDA colaboró con muchas organizaciones, instituciones e individuos para:
En abril de 2015, la Organización Mundial de la Salud clasificó al glifosato, el principal pesticida usado, como probablemente cancerígeno para las personas. Con base en ello, el Ministerio de Salud recomendó al Ministerio de Justicia la suspensión de la fumigación.
En unas cuantas semanas, AIDA y sus aliados recolectaron casi 25 mil firmas para una petición ciudadana que instaba al Consejo Nacional de Estupefacientes a suspender la fumigación, lo cual ocurrió en mayo de 2015.
La Agencia Nacional de Licencias Ambientales le dio el toque final a la decisión cuando revocó la autorización del programa de fumigación en septiembre de 2015.