El sistema de salud brasileño está actualmente colapsado, lo que afecta directamente la atención de la salud de los pueblos indígenas, situación que se dirige hacia una tragedia. Hay una evidente falta de capacidad del Estado para controlar la propagación del virus en las comunidades.
El Estado, a través de sus dependencias, ha actuado de tal manera que niega la identidad indígena y rechaza su obligación de proporcionar atención especializada adaptada a las costumbres y tradiciones de estos pueblos. El SESAI (Servicios de Salud para los Indígenas) insiste en marcar la diferencia entre la atención de los indígenas que viven en los pueblos y los que viven en las zonas urbanas. La metodología utilizada por el Estado, que diferencia entre ciudadanos indígenas y aldeanos, contribuye a ocultar la dimensión real de la calamidad que se vive, así como corrobora la discriminación que denunciamos.
Además, las dependencias municipales de salud niegan la identidad de los indígenas en los registros médicos, declarándolos (incluso en los certificados de defunción) como "pardos" (mestizos).
La rápida propagación de la enfermedad entre los pueblos indígenas del Amazonas también se debe a la falta de planificación por parte del gobierno federal para entregar los R$ 600 en ayuda de emergencia. Sin alternativas para recibir el beneficio social, los indígenas se ven obligados a ir a las ciudades y, a su regreso, llevar el virus a las aldeas. La ayuda permite a las familias indígenas comprar alimentos y suministros de salud como medicina.
El alcalde de Manaus dijo que teme por un genocidio de indígenas. "Es un crimen contra la humanidad que se practica aquí en mi estado, aquí en mi región", dijo Arthur Virgílio Neto, en un video publicado el 19 de mayo.
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