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Preservando el legado de la Sierra Nevada de Santa Marta, corazón del mundo

Elevándose abruptamente desde las costas del Caribe colombiano, la Sierra Nevada de Santa Marta alcanza los 5.775 metros de altura en sus picos Bolívar y Colón. Es el sistema montañoso costero más alto del mundo y un sitio donde la sabiduría de la naturaleza y la indígena convergen.  

El macizo montañoso conforma un territorio único en el que existen todos los pisos térmicos y donde la variedad de ecosistemas, animales y plantas es exuberante. Allí el mar está muy cerca de montañas y de nevados cuyo deshielo forma ríos y lagunas.

Pueblos indígenas protegen y cuidan esta riqueza natural con la autoridad que heredaron de sus antepasados. Se trata de los pueblos Arhuaco, Kogi, Wiwa y Kankuamo. En su cosmovisión, el territorio es sagrado e implica la comunión entre seres humanos, animales, plantas, ríos, cerros y divinidades ancestrales.

Pero su opinión no ha sido tomada en cuenta para el desarrollo de proyectos en la zona. Actualmente la existencia de la Sierra Nevada de Santa Marta está gravemente amenazada por 251 concesiones mineras, proyectos de hidroeléctricas, ganadería, urbanizaciones extensivas y obras de infraestructura.

Muchas de las concesiones fueron otorgadas sin procesos de consulta previa a los pueblos indígenas, lo que constituye una vulneración masiva, persistente y generalizada a sus derechos.

La minería —al implicar la contaminación y sedimentación de caudales— pone en riesgo la fuente de agua de los departamentos de Magdalena, César y Guajira, que se abastecen de los más de 30 ríos que nacen en la Sierra.

Todo ello ha hecho que este paraíso natural esté borde del no retorno, al igual que la vida tradicional de los pueblos indígenas, que depende enteramente de su territorio, de su espacio de sitios sagrados.

La Sierra alberga al parque arqueológico Ciudad Perdida, conocida como Teyuna, cuna de la civilización Tayrona y —según la tradición— origen de la naturaleza y corazón del mundo.

Los cuatro pueblos guardianes de la Sierra no están dispuestos a permitir que este legado natural y cultural desaparezca.

 


Pez loro

Los corales y sus pequeños grandes aliados

Los corales son ecosistemas muy frágiles que además de ser vulnerables ante el cambio climático y la contaminación, entre otras amenazas, deben competir por luz y oxígeno con las macro algas que los cubren. Y, sobre todo en el Caribe, la salud de los corales está en riesgo grave porque están perdiendo a sus mejores aliados: los peces herbívoros, especies que se alimentan de algas y cuya población está disminuyendo debido a la pesca no sostenible. Magie Rodríguez, parte del Programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera de AIDA, sabe de la fragilidad de los corales y de la importancia de proteger a estos peces para conservarlos. Actualmente colabora con un proyecto de la organización para la conservación de peces herbívoros en Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México y Panamá. Conservación de peces herbívoros El pez loro es uno de los grandes residentes herbívoros de los arrecifes de coral. Pasa casi todo el día mordisqueando los corales, limpiándolos de algas. También come corales muertos, aquellos que se desprenden de los arrecifes, para luego defecarlos como arena blanca. También es el principal responsable de que el buceo por esos entornos sea una experiencia tan colorida. Cada especie de pez loro, hay más de 90, tiene un esquema de color diferente. Además, estos peces cambian sus atuendos extravagantes al crecer. Lucen de una manera cuando son bebes y de otra al ser adolescentes y luego adultos. “Una de las claves de la pesca sostenible es capturar peces adultos, que ya se han desarrollado y reproducido, pero lo que se está haciendo en el Caribe es pescar peces loro jóvenes”, explica Magie. Aunque no son especies comerciales, los peces herbívoros están siendo capturados porque no hay nada más que pescar en la zona, cuya población tiene en la pesca su principal medio de ingresos y alimentación. Esa actividad se ha llevado a cabo de forma irresponsable, causando que las poblaciones de peces comerciales disminuyan drásticamente y, como consecuencia, también las de herbívoros. Asimismo, las herramientas usadas para la pesca son redes de enmalle y anzuelos, que causan muchas capturas incidentales, es decir que animales marinos que no son objeto de la pesca sean también capturados. Se usan también arpones o trampas de pesca, las cuales evitan que los peces más jóvenes escapen y continúen su ciclo de vida. Los peces cirujanos son peces tropicales muy bonitos y otras víctimas de la pesca irresponsable en el Caribe. Son pequeños y tienen dientes afilados con los que mastican las algas que pueden ahogar a los corales. Muchos ejemplares viven en cautiverio porque son muy codiciados para acuarios caseros. La especie saltó a la fama con Dory, la protagonista de la secuela del film Buscando a Nemo y que aumentó la demanda del pez cirujano para acuarios. La situación es parecida para el pez damisela, especie pequeña y colorida que también juega un papel clave en la salud de los corales. Hace las veces de jardinero, ahuyentando a las macro algas para ayudar al crecimiento de otras algas más pequeñas de las que se alimenta. Estrategias de conservación El proyecto de AIDA para la conservación de peces herbívoros en el Caribe, cuenta Magie, está en una fase inicial. Su objetivo es la implementación de estrategias diversas en los países escogidos, no sólo prohibiciones de pesca, sino también la adopción general de herramientas de pesca sostenible que tengan en cuenta el componente turístico de los corales. “Es necesario conseguir la recuperación no únicamente de las poblaciones de peces herbívoros, sino también las de especies comerciales, traer de vuelta el equilibrio”. El proyecto contemplará además estrategias adecuadas de manejo de aguas residuales, educación de consumidores y un trabajo conjunto con gobiernos, ONG, universidades y científicos. Los corales son, entre cosas, fuente de ingresos económicos y alimentos para comunidades costeras que viven de la pesca y el turismo. Y son barreras naturales contra tormentas y huracanes. “Ellos hacen mucho por nosotros y nos corresponde cuidarlos. Lo mejor que podemos hacer para mantenerlos sanos es proteger a los peces herbívoros”, dice Magie convencida.  

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Pez loro

Los corales y sus pequeños grandes aliados

Los corales son ecosistemas muy frágiles que además de ser vulnerables ante el cambio climático y la contaminación, entre otras amenazas, deben competir por luz y oxígeno con las macro algas que los cubren. Y, sobre todo en el Caribe, la salud de los corales está en riesgo grave porque están perdiendo a sus mejores aliados: los peces herbívoros, especies que se alimentan de algas y cuya población está disminuyendo debido a la pesca no sostenible. Magie Rodríguez, parte del Programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera de AIDA, sabe de la fragilidad de los corales y de la importancia de proteger a estos peces para conservarlos. Actualmente colabora con un proyecto de la organización para la conservación de peces herbívoros en Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México y Panamá. Conservación de peces herbívoros El pez loro es uno de los grandes residentes herbívoros de los arrecifes de coral. Pasa casi todo el día mordisqueando los corales, limpiándolos de algas. También come corales muertos, aquellos que se desprenden de los arrecifes, para luego defecarlos como arena blanca. También es el principal responsable de que el buceo por esos entornos sea una experiencia tan colorida. Cada especie de pez loro, hay más de 90, tiene un esquema de color diferente. Además, estos peces cambian sus atuendos extravagantes al crecer. Lucen de una manera cuando son bebes y de otra al ser adolescentes y luego adultos. “Una de las claves de la pesca sostenible es capturar peces adultos, que ya se han desarrollado y reproducido, pero lo que se está haciendo en el Caribe es pescar peces loro jóvenes”, explica Magie. Aunque no son especies comerciales, los peces herbívoros están siendo capturados porque no hay nada más que pescar en la zona, cuya población tiene en la pesca su principal medio de ingresos y alimentación. Esa actividad se ha llevado a cabo de forma irresponsable, causando que las poblaciones de peces comerciales disminuyan drásticamente y, como consecuencia, también las de herbívoros. Asimismo, las herramientas usadas para la pesca son redes de enmalle y anzuelos, que causan muchas capturas incidentales, es decir que animales marinos que no son objeto de la pesca sean también capturados. Se usan también arpones o trampas de pesca, las cuales evitan que los peces más jóvenes escapen y continúen su ciclo de vida. Los peces cirujanos son peces tropicales muy bonitos y otras víctimas de la pesca irresponsable en el Caribe. Son pequeños y tienen dientes afilados con los que mastican las algas que pueden ahogar a los corales. Muchos ejemplares viven en cautiverio porque son muy codiciados para acuarios caseros. La especie saltó a la fama con Dory, la protagonista de la secuela del film Buscando a Nemo y que aumentó la demanda del pez cirujano para acuarios. La situación es parecida para el pez damisela, especie pequeña y colorida que también juega un papel clave en la salud de los corales. Hace las veces de jardinero, ahuyentando a las macro algas para ayudar al crecimiento de otras algas más pequeñas de las que se alimenta. Estrategias de conservación El proyecto de AIDA para la conservación de peces herbívoros en el Caribe, cuenta Magie, está en una fase inicial. Su objetivo es la implementación de estrategias diversas en los países escogidos, no sólo prohibiciones de pesca, sino también la adopción general de herramientas de pesca sostenible que tengan en cuenta el componente turístico de los corales. “Es necesario conseguir la recuperación no únicamente de las poblaciones de peces herbívoros, sino también las de especies comerciales, traer de vuelta el equilibrio”. El proyecto contemplará además estrategias adecuadas de manejo de aguas residuales, educación de consumidores y un trabajo conjunto con gobiernos, ONG, universidades y científicos. Los corales son, entre cosas, fuente de ingresos económicos y alimentos para comunidades costeras que viven de la pesca y el turismo. Y son barreras naturales contra tormentas y huracanes. “Ellos hacen mucho por nosotros y nos corresponde cuidarlos. Lo mejor que podemos hacer para mantenerlos sanos es proteger a los peces herbívoros”, dice Magie convencida.  

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Los corales son ecosistemas muy frágiles que además de ser vulnerables ante el cambio climático y la contaminación, entre otras amenazas, deben competir por luz y oxígeno con las macro algas que los cubren. Y, sobre todo en el Caribe, la salud de los corales está en riesgo grave porque están perdiendo a sus mejores aliados: los peces herbívoros, especies que se alimentan de algas y cuya población está disminuyendo debido a la pesca no sostenible. Magie Rodríguez, parte del Programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera de AIDA, sabe de la fragilidad de los corales y de la importancia de proteger a estos peces para conservarlos. Actualmente colabora con un proyecto de la organización para la conservación de peces herbívoros en Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México y Panamá. Conservación de peces herbívoros El pez loro es uno de los grandes residentes herbívoros de los arrecifes de coral. Pasa casi todo el día mordisqueando los corales, limpiándolos de algas. También come corales muertos, aquellos que se desprenden de los arrecifes, para luego defecarlos como arena blanca. También es el principal responsable de que el buceo por esos entornos sea una experiencia tan colorida. Cada especie de pez loro, hay más de 90, tiene un esquema de color diferente. Además, estos peces cambian sus atuendos extravagantes al crecer. Lucen de una manera cuando son bebes y de otra al ser adolescentes y luego adultos. “Una de las claves de la pesca sostenible es capturar peces adultos, que ya se han desarrollado y reproducido, pero lo que se está haciendo en el Caribe es pescar peces loro jóvenes”, explica Magie. Aunque no son especies comerciales, los peces herbívoros están siendo capturados porque no hay nada más que pescar en la zona, cuya población tiene en la pesca su principal medio de ingresos y alimentación. Esa actividad se ha llevado a cabo de forma irresponsable, causando que las poblaciones de peces comerciales disminuyan drásticamente y, como consecuencia, también las de herbívoros. Asimismo, las herramientas usadas para la pesca son redes de enmalle y anzuelos, que causan muchas capturas incidentales, es decir que animales marinos que no son objeto de la pesca sean también capturados. Se usan también arpones o trampas de pesca, las cuales evitan que los peces más jóvenes escapen y continúen su ciclo de vida. Los peces cirujanos son peces tropicales muy bonitos y otras víctimas de la pesca irresponsable en el Caribe. Son pequeños y tienen dientes afilados con los que mastican las algas que pueden ahogar a los corales. Muchos ejemplares viven en cautiverio porque son muy codiciados para acuarios caseros. La especie saltó a la fama con Dory, la protagonista de la secuela del film Buscando a Nemo y que aumentó la demanda del pez cirujano para acuarios. La situación es parecida para el pez damisela, especie pequeña y colorida que también juega un papel clave en la salud de los corales. Hace las veces de jardinero, ahuyentando a las macro algas para ayudar al crecimiento de otras algas más pequeñas de las que se alimenta. Estrategias de conservación El proyecto de AIDA para la conservación de peces herbívoros en el Caribe, cuenta Magie, está en una fase inicial. Su objetivo es la implementación de estrategias diversas en los países escogidos, no sólo prohibiciones de pesca, sino también la adopción general de herramientas de pesca sostenible que tengan en cuenta el componente turístico de los corales. “Es necesario conseguir la recuperación no únicamente de las poblaciones de peces herbívoros, sino también las de especies comerciales, traer de vuelta el equilibrio”. El proyecto contemplará además estrategias adecuadas de manejo de aguas residuales, educación de consumidores y un trabajo conjunto con gobiernos, ONG, universidades y científicos. Los corales son, entre cosas, fuente de ingresos económicos y alimentos para comunidades costeras que viven de la pesca y el turismo. Y son barreras naturales contra tormentas y huracanes. “Ellos hacen mucho por nosotros y nos corresponde cuidarlos. Lo mejor que podemos hacer para mantenerlos sanos es proteger a los peces herbívoros”, dice Magie convencida.  

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