“Siempre parece imposible hasta que se vuelve realidad” (Nelson Mandela)
Hace un mes murió Nelson Mandela. Mucho se escribió sobre él y fue homenajeado a nivel mundial como ninguna otra persona hasta ahora.
Dada la posible amnesia de fin de año y con el riesgo de caer en el lugar común, escribo este post en su honor. Lo hago en particular para resaltar cuatro cualidades de Mandela como líder, y señalar cómo las mismas nos pueden ayudar a ser más efectivos en la protección ambiental.
Nelson Rolihlahla Mandela nació en Qunu, en una tribu Xhosa del Transkei, al sureste de Sudáfrica. Rolihlala, el nombre que recibió al nacer, significa coloquialmente “hacedor de problemas” para el pueblo Xhosa. Una profesora en la escuela le puso Nelson debido a que era costumbre usar un nombre inglés y no el africano. Dalibunga (fundador del bunga) fue su nombre en la ceremonia de iniciación a los 16 años, y también fue llamado Madiba, nombre dado por su clan en honor a un jefe Tembu que gobernó en el siglo XVIII.
Según la tradición, Mandela estaba destinado a ser consejero del rey Tembu. Terminó siendo un líder que sobrepasó por mucho las fronteras del Transkei y de Sudáfrica y cambió el mundo.
Es el líder de la reconciliación. Esto por su enorme capacidad de perdonar y renunciar a vengarse de quienes oprimieron a su pueblo por siglos y lo tuvieron en la cárcel por 27 años.
En las líneas que siguen quiero rescatar cuatro características que, si emulamos, nos permitirían, como hizo él, ayudar a que el mundo sea más justo y libre.
“En ninguna parte, el camino a la libertad es fácil y muchos de nosotros debemos pasar a través del valle de la sombra de la muerte una y otra vez antes de alcanzar la cima de nuestros deseos.”
Mandela vivió de acuerdo con sus valores y teniendo como objetivos terminar con el apartheid, vivir en libertad y conseguir que su pueblo también lo hiciera. La libertad iluminó cada una de sus acciones, incluso después de haber conseguido acabar con el apartheid en su país.
Durante todas las décadas de su lucha, incluyendo más de un cuarto de siglo en la cárcel, hubo sin duda muchos momentos de desesperación y miedo en los cuales otras personas desfallecieron. Sin embargo, Mandela y otros colegas continuaron. La causa que los unía era mayor y más fuerte que su voluntad o su fuerza inpidual, más fuerte incluso que Mandela mismo.
En nuestro trabajo tenemos ejemplos en los que, sin intención de compararlos con la gran lucha contra el apartheid, hemos logrado avances importantes trabajando alrededor de una causa común. Uno reciente fue el cambio en la Constitución Mexicana, aprobado en 2011 en favor de los derechos humanos y el cual no hubiera sido posible sin el trabajo conjunto de las organizaciones, la academia y la Oficina del Alto Comisionado en México.
“Correr me enseñó lecciones invaluables. En competencias de campo traviesa entrenar cuenta más que la habilidad intrínseca y yo podía compensar la falta de aptitud natural con diligencia y disciplina. Apliqué esto en todo lo que hice.”
La persistencia y la disciplina fueron cualidades que hicieron la gran diferencia para que alcanzara sus metas. Su compromiso a toda prueba, la claridad y hasta terquedad ilimitada de su trabajo sorprenden.
El resultado de sus logros no fue su poder sobrenatural como líder o un solo momento de éxito que mágicamente cambió las cosas. Al contrario, fue la consecuencia de una vida dedicada al estudio, al trabajo, al aprendizaje, a escuchar a los demás, a determinar estrategias y replantearlas para avanzar en el logro de sus objetivos. Cometió errores y tuvo malas decisiones, pero también tuvo aciertos que unidos alcanzaron finalmente el sueño de la libertad.
A veces sentimos que los resultados son imposibles y en efecto lo son en la inmediatez que deseamos. Pero en AIDA hemos aprendido que, como en el caso de La Oroya, para obtener resultados necesarios y duraderos, debemos ser persistentes y disciplinados. Van 15 años trabajando por un cambio y ahí seguiremos hasta conseguirlo.
“Si quieres hacer la paz con tu enemigo, debes trabajar con tu enemigo. Luego se vuelve tu socio.”
Me pregunto dónde estaría Sudáfrica si Mandela y sus compañeros no hubieran logrado acuerdos mínimos y si a pesar de las diferencias, que las hubo y muchas, no las hubieran superado y así avanzado. Más aún, qué sería de ese país si no hubieran podido trascender el odio hacia los opresores para buscar soluciones pacíficas y conjuntas. Seguramente, el panorama hubiera sido el de una guerra civil con consecuencias inimaginables.
Un elemento que evitó esa debacle fue la constante capacidad de hallar soluciones, alcanzar acuerdos para mantener el diálogo, y exigir resultados concretos para ver cambios reales. Sin duda el proceso no fue fácil, rápido, ni suave. Pero la constancia, la claridad respecto del objetivo final, las ganas de llegar a consensos y la destreza para encontrar interlocutores, incluso en las situaciones más complicadas, lo hicieron posible.
Cuando pienso en nuestro trabajo de proteger el ambiente y en circunstancias similares, me doy cuenta de lo mucho que nos falta y de la gran oportunidad que tenemos por delante. Así por ejemplo, en lugar de sentir que competimos con colegas de otras organizaciones o de buscar vencer a algunos gobiernos o empresas, podríamos centrar nuestra energía en pensar cómo aportamos todos hacia una solución común.
La tentación de ganar y ver a los demás vencidos es grande, pero seguramente ganaríamos más si trabajamos con nuestro “enemigo” y nos volvemos socios.
“Es mejor liderar desde atrás y poner a otros al frente, especialmente al celebrar una victoria cuando pasan cosas buenas. Tú tomas la primera fila cuando hay peligro. Entonces las personas apreciarán tu liderazgo.”
Liderazgo es muy diferente a caudillismo. Una persona que realmente es líder, permite y promueve que los demás crezcan, se desarrollen y evolucionen para alcanzar el objetivo conjunto, incluso si esto implica que brillen más que sus jefes.
Mandela era consciente de ser un símbolo para que todos y todas en Sudáfrica pudieran ser libres y tratados como iguales. Muchas veces puso ello por encima de su beneficio e interés personal. En más de una ocasión tuvo la posibilidad de mejorar sus condiciones de reclusión o salir antes, pero la rechazó por considerar que las condiciones no estaban dadas o que cambios necesarios no se lograrían estando libre.
“Los y las líderes reales deben estar listos para sacrificar todo por la libertad de su gente”.
Tristemente contrario a lo dicho por Mandela, muchos “líderes” saltan y están listos para recibir las medallas, pero les cuesta mucho trabajo asumir la responsabilidad por los errores o las derrotas suyas o de su equipo.
Lo que debemos recordar es que el tipo de liderazgo vivido por Mandela logra milagros. Se traduce en acciones que permiten cambios que nadie hubiera creído posibles como la desaparición del apartheid o ver a Obama y a Raúl Castro dándose la mano, un último milagro que Mandela consiguió en su funeral.
Queridas lideresas y queridos líderes, ¡feliz 2014! Les invito a considerar estas habilidades y a ponerlas en práctica. ¡Por su éxito y el de la Tierra!