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Cuidando a los peces herbívoros y con ellos a los corales
Los peces herbívoros no pasan desapercibidos. Sus colores brillantes iluminan el fondo del mar para deleite de quien disfruta bucear. Pero aún más importante es el rol que cumplen en la conservación de los arrecifes de coral. Se alimentan de las algas que los cubren y que les quitan luz y oxígeno. Al limpiarlos de algas, esos pequeños peces contribuyen notablemente a su sobrevivencia.
Entre los representantes de esta especie están el pez loro, que también se alimenta de los corales que se desprenden de los arrecifes y luego los desechan en forma de arena blanca; el pez damisela, que ahuyenta el crecimiento de las macro algas que matan a los corales; y el pez cirujano, cuyo ejemplar más famoso es Dory, de Buscando a Nemo.
Pero los corales están perdiendo a sus mejores aliados. La población de peces herbívoros, sobre todo en el Caribe, está disminuyendo.
La sobreexplotación de especies comerciales de peces está haciendo que las comunidades que viven de la pesca comiencen a cazar peces herbívoros, incluyendo a los más jóvenes, lo que impide que su población se recupere.
Se trata de una amenaza más a la vida de los arrecifes de coral, ecosistemas frágiles y muy vulnerables al cambio climático. Preservarlos implica mantener los servicios que prestan a las personas. Entre otras cosas, los corales son criaderos de peces, barreras naturales contra tormentas y huracanes, y fuente de medicinas para tratar enfermedades como el cáncer y el Alzheimer.
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Hoja Informativa: Protocolo SPAW
La Convención para la Protección y el Desarrollo del Medio Marino en la Región del Gran Caribe (Convención de Cartagena) y su Protocolo para las áreas y la vida silvestre especialmente protegidas (Protocolo SPAW) establecen que los Estados parte tienen la obligación de regular la protección de las especies y ecosistemas vulnerables de la región. Los criterios revisados de nominación de especies (1, 3, 4, 5, 6 y 10) determinan la necesidad de incluir a las especies esenciales para ecosistemas vulnerables —como los arrecifes coralinos, manglares y pastos marinos— en las listas de especies de los Anexos II y III del Protocolo SPAW. Las medidas nacionales o regionales implican de forma diferenciada procesos de protección, monitoreo biológico de especies, zonas de recuperación pesquera; análisis de datos de capturas, estado de salud de los ecosistemas, dinámica y tamaño de poblaciones; períodos de veda; y reglamentación de la captura, posesión, transporte, comercio o prohibición total del uso de las especies. En 2018, el Comité Asesor Científico y Técnico (STAC) priorizó la evaluación de los peces herbívoros y actualmente el Grupo de Trabajo de Especies lleva a cabo la evaluación de los peces loro mediante la integración y análisis de datos científicos y regulatorios. Once de los 17 países que han firmado el Protocolo han generado medidas de regulación sobre peces herbívoros. Algunas experiencias de regulación están vigentes, otras no y están aquellas que entraron en vigor recientemente. Descarga la hoja informativa en español Descarga la hoja informativa en inglés Descarga la hoja informativa en francés
Read moreEN EL DÍA MUNDIAL DEL OCÉANO: Una carta abierta
Si algo hemos aprendido de la pandemia COVID-19 es que todos estamos intrínsecamente conectados, entre nosotros y con el mundo natural. Sin un equilibrio y una cooperación mayores no podemos sobrevivir como especie. El bienestar humano está en el centro de lo que hacemos. Nuestro trabajo para proteger el océano está impulsado por el hecho de que la humanidad necesita un planeta sano que pueda sostener la vida, por el bien de nuestros hogares, salud, medios de vida y alimentación. La ruptura de nuestras vidas a causa de la COVID-19 ha llevado a muchos a pensar en esto y en cómo reconstruirnos mejor, aprendiendo de la pandemia a lograr un mator equilibrio y a proteger las bases que hacen posible la vida en la Tierra. Hacerlo es una una necesidad. No podemos darnos el lujo de elegir entre los caminos que dañan el mundo natural y los que no. Si continuamos dañando la naturaleza al ritmo que lo hemos estado haciendo, nuestro mundo no será capaz de sostener el bienestar humano, desde los empleos hasta la seguridad alimentaria y la salud. Hemos recibido una dura advertencia. Una vez que salgamos de esto y empecemos a reconstruirnos, necesitamos hacerlo de forma que protejamos los fundamentos de los que dependen todos los seres humanos, siendo el más importante de ellos un planeta capaz de sostener la vida humana. Se presionará a los gobiernos para que abandonen las protecciones ambientales a fin de facilitar operaciones industriales, para que privilegien la economía de corto plazo y el aumento de los puestos de trabajo por encima de otras consideraciones. Esto será presentado como una elección —escoger a la humanidad por encima de la naturaleza—, pero no es una elección real. Por el bien de la humanidad, debemos alcanzar el equilibrio con el mundo natural, una coexistencia que en última instancia nos permita prosperar. Si no logramos ese equilibrio ni actuamos para hacerlo mejor ahora, la ruptura en nuestras vidas se hará más grande y nos enfrentaremos a otros y más graves desastres globales. Pedimos a los gobiernos que protejan el bienestar humano y que tomen decisiones que mantengan funcionando al planeta azul bajo nuestros pies. Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente Deep Sea Conservation Coalition Ecology Action Centre Global Fishing Watch Global Ocean Trust Greenovation Hub High Seas Alliance International Programme on the State of the Ocean Marine CoLABoration Marine Conservation Institute Marine Conservation Society Oceans North Our Fish Seas at Risk Shark Project International Turkish Marine Research Foundation One Ocean
Read moreLo que aprendí de mi pasantía en AIDA
El año pasado, realicé una pasantía de tres meses con AIDA en La Paz, capital de Baja California Sur, México. Fue parte del proceso académico para convertirme en abogado en Alemania, mi país natal. La pasantía me permitió unir mi formación profesional con mi pasión por la naturaleza, así como ganar experiencia en el campo del derecho ambiental a partir del trabajo de una ONG internacional. Apliqué a la pasantía para el Programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera de AIDA sin especificar un lugar de preferencia en México. Fue una buena noticia saber que la haría en La Paz, una ciudad pequeña rodeada de naturaleza. Viniendo de Alemania, uno de los países más densamente poblados del mundo, fue increíble vivir en un lugar con tanto espacio. También estaba fascinado con la diversidad de ecosistemas de la zona: desiertos, manglares, bosques de pino en la cordillera y arrecifes rocosos y coralinos en el Golfo de California. En mi primer fin de semana, pude dimensionar la abundancia de vida silvestre que La Paz alberga cuando Camilo Thompson, abogado de AIDA y mi supervisor, y Mario Del Ángel, su vecino y un guía de kayak, me llevaron a conocer los humedales de El Mogote, ecosistema de importancia internacional. Mientras recorríamos los canales de agua tomando fotos de garzas entre los mangles, aprendí de la importancia de los humedales costeros como hábitat de especies y sumideros naturales de carbono. Luego quedé impresionado al ver, con la primera luz del día, a un grupo de delfines en la bahía. La mañana quedó completa al desayunar mis primeros chilaquiles, un típico platillo mexicano. Desde el inicio de mi pasantía, participé en las reuniones virtuales del equipo del Programa Marino, distribuido en varios países. Me enteré de los diferentes temas de trabajo. Desde la oficina en La Paz, nuestra contribución se enfocaba en México. De ese modo, aprendí mucho sobre la regulación nacional relacionada con arrecifes, peces herbívoros y Áreas Naturales Protegidas. Apoyé una investigación sobre el estado de protección de esos peces, esenciales para mantener sanos a los arrecifes coralinos de América Latina y el mundo. La combinación de contacto directo con la naturaleza con tareas de oficina para proyectos locales y regionales me dio una perspectiva de trabajo diferente y aumentó mi motivación de aprender. Supe que AIDA ha trabajado por años junto con otras organizaciones, actores locales y científicos para proteger pesquerías y especies amenazadas como ballenas y tortugas marinas. Una de las mejores experiencias de la pasantía fue precisamente conocer de cerca la riqueza natural y las especies que AIDA busca preservar. Aun siendo buzo por muchos años, no dejó de maravillarme ver lobos marinos, tiburones toro, tiburones martillo, orcas, rayas, tortugas marinas e incontables especies de peces arrecifales en su hábitat natural. En La Paz terminé mi curso de buzo de rescate y acompañé a un equipo de biólogos marinos a realizar un censo visual de la vida marina en la Isla Espíritu Santo. En cuatro ocasiones, visité el Parque Nacional Cabo Pulmo, reserva del arrecife de coral más grande del Golfo de California. Fui a bucear e hice esnórquel. También participé de reuniones de la coalición Cabo Pulmo Vivo, dedicada a proteger el parque y su zona de influencia. Fue gratificante saber que hacía mi pequeño aporte a la conservación del sitio. Además, la pasantía le dio a mi formación profesional un enfoque multidisciplinario. La Paz es uno de los centros científicos de biología marina de México y allí pude intercambiar ideas con biólogos marinos en travesías para bucear y en bares de la ciudad. Fue una experiencia enriquecedora que me dio una mejor comprensión del ambiente. En La Paz también pude dar rienda suelta a la observación de aves, uno de mis pasatiempos. El estado de Baja California Sur es hogar de unas 432 especies de aves. Pude ver una gran variedad de especies migratorias, incluso cinco de las seis endémicas. Terminé la pasantía muy agradecido por las experiencias adquiridas. De regreso en Berlín, planeo volver pronto a La Paz para ver aves, tiburones ballenas y muchas otras especies que habitan la zona y que son pruebas vivientes del trabajo exitoso y valioso que organizaciones como AIDA realizan.
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