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Foto: Anna Laurie Miller / AIDAConservando la Ciénaga Grande de Santa Marta
Con sus 45,000 hectáreas, la Ciénaga Grande de Santa Marta es la laguna costera más grande y productiva de Colombia. Allí el río Magdalena y el mar Caribe se funden. El sitio alberga una gran variedad de fauna —mamíferos, aves y peces— y flora. En su extremo sur posee un bello santuario compuesto por manglares, pantanos y bosques anfibios.
Construidas sobre las aguas tranquilas de la ciénaga y apoyadas en pilares o simples estacas de madera, están las casas de sus famosos pueblos palafíticos, habitados por pescadores desde 1800. Los más de 2,500 pobladores del lugar han visto morir los peces a causa de la degradación de la ciénaga y, al vivir en un sitio al que solo se accede por el agua, tienen pocas oportunidades laborales además de la pesca. Lo que muchos de nosotros damos por sentado, para ellos es un lujo: servir un vaso con agua o llegar a un médico en 20 o 30 minutos.
Pese a su relevancia ecológica, la Ciénaga Grande sufre actualmente un deterioro ambiental grave a causa de actividades humanas. A comienzos de diciembre de 2014, autoridades colombianas dieron cuenta, mediante fotos áreas, de las actividades ilegales que están destruyendo el lugar: incendios forestales provocados, deforestación de grandes extensiones de terreno para la agricultura y la ganadería, tala y quema de mangle, y 27 kilómetros de diques construidos ilegalmente.
El impacto de la destrucción es global ya que los manglares de la ciénaga capturan grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera, apoyando la lucha mundial contra el cambio climático.
El complejo lagunar de la ciénaga fue declarado Reserva del Hombre y la Biosfera por la Unesco. Y el Santuario de Flora y Fauna Ciénaga Grande de Santa Marta es Parque Nacional y Humedal de Importancia Prioritaria Internacional bajo la Convención Ramsar, tratado intergubernamental para la protección de ese tipo de ecosistemas.
AIDA y sus socios abogan para que el Gobierno colombiano cumpla sus obligaciones nacionales e internacionales de proteger la Ciénaga Grande. Después de todo, una gran variedad de flora y fauna, las comunidades locales y el clima mundial dependen de ello.
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Medio ambiente y redes sociales
Por Alejandro Cárdenas López, asesor en comunicaciones de AIDA, @cardenaslopeza En abril del 2011, los ‘community managers’ de Greenpeace España, Nadia González (@nadianit), Alejandro Fernández (@alexqk) y Mariu Redondo (@janisisalive), enviaron un mensaje en su blog donde presumían 100 mil seguidores en Twitter. “Las redes sociales nos están demostrando la importancia que tiene un clic para conseguir que las cosas cambien (...) están siendo una fuente inagotable de recursos para defender nuestro planeta”, publicaron en el canal de esa organización. Hoy un año y medio después han triplicado ese logro y la cuenta @greenpeace_esp cuenta con más de 364 mil seguidores, y creciendo. Así como ellos, las organizaciones civiles y grupos que no consiguen acceso constante a los medios masivos han logrado potencializar su trabajo en estos canales de comunicación digital. Incluso en España, en el Instituto Superior de Medio Ambiente se imparte un curso llamado Medio Ambiente y Redes Sociales aplicación de la Web 2.0 al sector. En ese curso se difunde la sensibilización y pulgación ambiental en internet y se define el concepto de “green social media”. También la Fundación Conama de España publicó hace unos años un manual especial para quienes llevan las redes sociales en organizaciones ambientales llamado ¿Cómo usar las redes sociales para actuar en medio ambiente? En el documento explica cómo se están realizando diferentes actividades en estas plataformas, principalmente de tres tipos: para informar, para actuar-movilizar-protestar y para enseñar-concientizar. Prueba de ello es el enorme poder para amplificar denuncias ambientales: La queja de un único usuario en un breve mensaje puede convertirse en una campaña masiva que obligue a dar explicaciones a una compañía o a una administración, publican. El caso de Belo Monte es un ejemplo dado que persas organizaciones civiles de América Latina y de Brasil han logrado desde Twitter, Facebook y blogs generar no sólo educación y conciencia sino movilización. Es muy valioso lo que han hecho en sus portales Amazon Watch, International Rivers y la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), entre otras. Poder y difusión en medios Pero en el documento de Conama dicen algo lamentable: La información ambiental no es muy valorada en lo que entendemos como medios de masas, por eso encuentra un espacio más amplio en la red para su difusión y su valoración. Estas nuevas comunidades en línea confirman lo que dice el sociólogo español Manuel Castells: La comunicación y la información han sido a lo largo de la historia fuentes fundamentales de poder y contra poder, de la dominación y del campo social. En un texto publicado en la revista Nexos de México este mes, llamado “El poder en la era de las redes sociales”, el autor de “La era de la información” menciona que en julio del 2009 por primera vez en el mundo el número de usuarios de las redes sociales como Facebook, Twitter y MySpace, superó al de los propietarios de correo electrónico. El académico explica que a las empresas de redes sociales no les interesa el control del contenido porque ellos lo que venden es tráfico y si crean condiciones de censura, éste disminuye. En segundo lugar porque las barreras de entrada al internet son muy bajas, dado que hay millones de jóvenes que con un poco de capital y conocimiento tecnológico pueden crear otras redes. Algunas de las redes verdes recomendadas por Conama son: Socialyell: Denuncia de empresas en Estados Unidos: http://socialyell.com/ Compartir: coche en España: http://www.compartir.org y http://soypuntorojo.com/ Basurama: Reutilizar objetos que van a la basura: http://www.basurama.org/ Jumo: Uno de los fundadores de Facebook va a poner en marcha Jumo, una red social para “gente que quiere cambiar el mundo”: http://www.jumo.com/ Algunas cuentas de Twitter de organizaciones civiles internacionales y locales: Greenpeace México: @greenpeacemx 64,154 seguidores Amnistía Internacional México: @AIMexico 15,951 WWF México: @wwf_Mexico 16,261 seguidores. Centro Mexicano de Derecho Ambiental: @cemda 1,256 seguidores. Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA): @Aidaespanol 1,269 seguidores.
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Cambio climático y desplazados
Por Tania Paz, asistente general de AIDA, @TaniaNinoshka Tenía 6 años cuando experimenté mi primer desastre natural, el huracán Juana (Joan) en 1988; de ese suceso recuerdo, los árboles de almendra de mi barrio caídos en el suelo, no quedó uno solo en pie, una tragedia ambiental. Un hombre evacua a sus hijos a través de las aguas profundas después de las fuertes inundaciones en Nowshera, Khyber-Pakhtunkhwa, en la provincia paquistaní de agosto de 2010. Recuerdo los testimonios de mi papá, en ese entonces miembro del Ejército de Nicaragua, quien realizó labores de evacuación en las costas del lago de Managua (una zona muy vulnerable a inundaciones). Según él, las personas no querían abandonar sus viviendas por miedo a perder todos sus bienes, corriendo el riesgo de perder su vida. De eso ya casi 24 años y actualmente miles de personas deben dejar sus casas, su ciudad o su país (temporal o permanentemente) a causa de los cada vez más destructores desastres naturales. Los desplazados medioambientales “Las migraciones poblacionales, forzadas o no, serán sin duda una de las consecuencias más significativas de la degradación medioambiental y del cambio climático en las próximas décadas afirmó Achim Steiner, (2008) el Director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). ¿Qué es un desplazado/ migrante/ /refugiado por causas medioambientales? Los migrantes medioambientales son aquellas personas, comunidades o sociedades que deciden o se ven obligadas a migrar como resultado de factores climáticos y medioambientales perjudiciales. “Aquí se incluyen: aquellas personas forzadas a huir de una catástrofe natural y los agricultores empobrecidos, que abandonan tierras degradadas y migran a los núcleos urbanos en busca de medios de subsistencia alternativos”, explican Morton, Boncour y Laczko (2008). En el informe de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA): “Cambio climático y derechos humanos en América Latina: Una crisis humana”, se indica que los impulsores de desalojo relacionados con el cambio climático son: a) Los desastres relacionados con el clima y de evolución lenta, como la desertificación, el hundimiento de las zonas costeras y la inmersión de países isleños que se encuentran al nivel del mar; Un aumento del riesgo de desastre que causa la reubicación de zonas de alto riesgo; Agitación social y violencia atribuible a factores relacionados con el cambio climático. Las estadísticas Definir cuántas personas actualmente son desplazadas a causa de la degradación ambiental o cuántas serán afectadas en el futuro es complicado, porque “no hay manera de aislar la variable de degradación ambiental de otros factores causantes de la migración” (Dun y Gemene, 2008). El Centro de Vigilancia de Desplazados Internos IDMC por sus siglas en inglés, indica que en el año 2011, 14.9 millones de personas fueron desplazadas a causa de desastres naturales como: inundaciones y tormentas siendo los países asiáticos lo más afectados. En Latinoamérica, el mayor desplazamiento de personas ocurrió en el Estado de Veracruz en México, donde 280 mil personas perdieron sus viviendas a causa de la tormenta tropical Arlene. Norman Myers, académico de la Universidad de Oxford ha pronosticado que para el año 2050 “cuando el calentamiento global cobre fuerza, podría haber hasta 200 millones de personas [desplazadas] por alteraciones de los sistemas monzónicos y otros sistemas de lluvias, por sequías de una gravedad y duración inusitadas, así como por la subida del nivel del mar y la inundación de los litorales”. Algunos de los retos…. El diseño de políticas para la atención antes, durante y posterior a un desastre natural de las magnitudes que se esperan. Políticas que además sean acordes con los principios de derechos humanos. Empoderar a las comunidades vulnerables para que sean agentes activos en el diseño de las políticas de atención ante desastres naturales, al final, ellos son las posibles víctimas Los impactos de los fenómenos climáticos extremos, el potencial catastrófico de los mismos en conjunto con la vulnerabilidad (social, económica, medioambiental) de muchas poblaciones son factores claves para el manejo de riesgo de desastres naturales. Aun cuando no existe un concepto claro para definir que es un desplazado medioambiental o cómo se cuantifican, es un tema a ser tomado en cuenta por los organismos internacionales y los gobiernos a la hora de establecer las medidas de adaptación y de mitigación al cambio climático.
Leer másEducación y libertad de expresión: Indispensables en el cuidado del planeta
Por Héctor Herrera, coordinador de la Red por la Justicia Ambiental en Colombia, @RJAColombia Qué sería de la humanidad sin agua dulce o alimentos, belleza paisajística o aire para respirar; no hay duda, dependemos de la naturaleza para pervivir. Es más, si bien somos una unidad con la naturaleza, ésta puede continuar sin nosotras y nosotros, en cambio la vida para el ser humano es imposible sin la naturaleza. Respetar y cuidar la naturaleza es vital, y para este esfuerzo la libertad de expresión y la educación son indispensables. Esto en el contexto de las relaciones que se dan entre seres humanos y sus instituciones, entre otras; democracia, justicia, derechos humanos, o el concepto de sostenibilidad. En palabras de Amartya Sen: “¿Qué rol juega la ciudadanía en la política ambiental? Primero, debe implicar la habilidad de pensar, valorar y actuar, y esto nos requiere considerar a los seres humanos como agentes y no como meros pacientes. Esto tiene relevancia para muchas discusiones ambientales vitales”. Entonces, la educación al definir en gran medida la visión que del mundo tienen las personas se constituye en gran factor de cambio y en herramienta para lograr una comunidad y un planeta sostenible. Esto, a mi juicio, se complementa con la libertad de expresión, que permite a los seres humanos difundir sus preocupaciones e iniciativas ambientales, en cualquier espacio físico, social o virtual. Buenos ejemplos de ambas cosas, son los proyectos de educación ambiental, como la década por la educación para la sostenibilidad promovida por Naciones Unidas que inició en 2005 y las campañas ambientales desarrolladas por grupos u organizaciones, como la promovida para proteger el río Xingú del Amazonas. A mi parecer, todo esto se conecta con el derecho a la libertad de expresión y el derecho a la educación, ambos de gran importancia en los sistemas democráticos y que además están protegidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Esto porque sin la adecuada comprensión de su entorno, que genera la educación, el ser humano no contará con el conocimiento necesario para optar por las decisiones más adecuadas, que generen mayor bienestar y que por ende permitan respetar y cuidar la naturaleza. Además, gracias a la libertad de expresión y pensamiento, los movimientos sociales han podido compartir y dar a conocer las problemáticas que afronta el planeta, crisis climática por ejemplo, consecuencia de nuestro accionar irresponsable, resultado de nuestra falta de comprensión del entorno y de nosotros mismos. Comportamientos que protejen la naturaleza Si bien, en todos los ámbitos de la vida en sociedad existen intereses encontrados, gracias a la protección que de común acuerdo ha planteado la sociedad en convenciones internacionales y constituciones políticas, es posible enseñar y expresar los problemas ambientales de nuestro planeta. Así esto afecte intereses económicos poderosos. Felizmente, tenemos el derecho a expresarnos libremente, a difundir nuestras ideas, a aprender. En esto, a mi juicio, hay dos ámbitos a tener en cuenta: Yo como inpiduo y yo como parte de una sociedad. Como inpiduo, puedo adoptar comportamientos que protejan la naturaleza, como reciclar, usar menos electricidad, votar por políticos comprometidos con lo ambiental, utilizar menos empaques, disminuir el consumo de carnes, ser una ciudadana consciente que analiza los productos que va a consumir, etcétera. Se puede decir que todos los pequeños actos que conforman mi comportamiento son susceptibles de ser más ambientales, y esto multiplicado por siete mil millones tiene grandes consecuencias. Por supuesto, uno de los grandes determinantes de un comportamiento más ambiental será la educación, formal o informal, pública o privada, primaria o universitaria. Igualmente, como ciudadano consciente de las problemáticas ambientales puedo hacer uso de mi derecho a la libertad de expresión y comunicar, participar, informar o pulgar acerca de la situación ambiental crítica que el planeta afronta. Nuestra viabilidad como especie depende del respeto y cuidado que tengamos de la naturaleza, esto en parte depende de la generación de conciencia pública ambiental, lo cual se logra, pienso yo, mediante educación y libre expresión.
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