Costa Rica


Arrecifes de coral

Celebramos que Costa Rica proteja legalmente sus corales

En ocasión del Día Mundial de los Océanos, hoy en Costa Rica fue promulgado un decreto que protegerá su vasto ecosistema de corales. Felicitamos al gobierno por haber dado este paso y por haber sentado un precedente legal para la protección ambiental marina en la región. San José, Costa Rica. La Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) y Conservación Internacional (CI) celebramos la puesta en vigencia del decreto que busca proteger y conservar los corales del país, ecosistemas frágiles y vitales. El decreto sienta un precedente en la región y es un instrumento legal que protegerá los ecosistemas de coral de todo el territorio nacional de actividades humanas dañinas.  “Estamos muy satisfechos con este avance importante, promovido desde el Viceministerio de Aguas y Mares, para garantizar la sobrevivencia de los arrecifes de coral y de algunas especies que contribuyen a su conservación al alimentarse de las algas que pueden quitarles oxígeno”, dijo Gladys Martínez, abogada sénior del Programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera de AIDA.  El decreto prevé una serie de medidas que el gobierno debe adoptar para preservar los ecosistemas arrecifales y a sus especies asociadas, amenazadas por el uso no sostenible, el cambio climático, la gestión inadecuada y las especies invasoras. Entre ellas destacan la creación e implementación de políticas y estrategias para afrontar los efectos del cambio climático con base en información científica y la restauración de arrecifes degradados. Por otro lado, la norma prohíbe actividades nocivas para los corales como su extracción y comercialización, así como el vertido de residuos y el anclaje en ellos. “Esperamos que el precedente legal establecido por este decreto sea replicado en otros países del continente que, al igual que Costa Rica, están obligados por tratados internacionales a salvaguardar sus corales. Seguiremos de cerca la implementación del decreto”, expresó Magie Rodríguez, abogada de AIDA. En 2012, AIDA y Conservación Internacional trabajaron junto con expertos nacionales y elaboraron un informe que detalla los beneficios económicos y ambientales de los corales, exhortando a su protección legal en Costa Rica. AIDA además apoyó al Viceministerio en la elaboración del decreto desde su experiencia en derecho internacional y en la normativa de países de la región. “Costa Rica es un país privilegiado por las dimensiones de sus espacios marinos y su biodiversidad. Los sistemas coralinos son increíblemente productivos, pero también amenazados por actividades humanas y por el cambio climático”, señaló Marco A. Quesada Alpízar, director de Conservación Internacional-Costa Rica. “Al tomar acción sobre este tema, Costa Rica asume su responsabilidad sobre la conservación y gestión de los ecosistemas marinos, y sienta un ejemplo que puede ser replicado en otros países”. El decreto responde así a un llamado de años para que Costa Rica cumpla sus obligaciones internacionales y proteja sus ecosistemas marinos amenazados. Estudios científicos han evidenciado que gran parte de los arrecifes de coral del país está en grave riesgo por actividades humanas como la contaminación originada en tierra y prácticas de pesca destructivas. Ello implica que su conservación debe ser una prioridad. “Con este decreto, se llena un importante vacío para regular el uso de los arrecifes de coral en Costa Rica y se reconoce una vez más a los recursos y espacios marinos como una fuente de servicios y bienestar para las personas y que por lo tanto requieren de protección y de un manejo adecuado”, destacó Quesada. “Costa Rica es reconocida globalmente por su ecoturismo y su riqueza natural; con este decreto, el país está dando un ejemplo sobre la importancia de la protección y manejo de los ecosistemas marinos esenciales como medio para asegurar la salud de los océanos y salvaguardar el bienestar de las comunidades costeras que dependen de los servicios que éstos brindan, subrayó Ana Gloria Guzmán, del Centro de los Océanos de Conservación Internacional. Contactos de prensa: Victor Quintanilla, AIDA, +521 5570522107, [email protected] Kipp Lanham, Conservation International, (202) 412-5533, [email protected] Marco Quesada, Conservación Internacional, +506 2253-0500 ext. 139, [email protected]  

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Hammerhead shark
Océanos

La conservación de tiburones en Costa Rica está en riesgo

En Costa Rica, el futuro del tiburón martillo, especie amenazada, depende de una decisión del gobierno. Si el gobierno deja de exportar productos de ese animal por un año, la población de esa especie podría recuperarse. De lo contrario, su supervivencia estaría en grave peligro. Ésa es la recomendación del concejo científico en el país de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites). La Convención es un tratado internacional para impedir que el comercio amenace la supervivencia de animales y plantas silvestres. De las cerca de 100 especies de tiburones y rayas que Costa Rica alberga, un 15% está en peligro de extinción debido a la sobrepesca y a la destrucción o degradación de los entornos marinos. Y, según el consejo científico de la Convención, la población de tiburón martillo, enlistada como especie en peligro en 2014, ha sufrido reducciones de hasta un 90% de su tamaño histórico.   Por ello, en abril de este año, el consejo científico recomendó prohibir la exportación de productos elaborados a base de tiburón martillo por al menos un año, hasta que se demuestre una mejoría en la salud de la población de la especie o una disminución en su pesca. El rol del sector pesquero Poco después de conocida la recomendación de los expertos científicos de la Convención, el Gobierno costarricense emitió un decreto ejecutivo que puso en manos del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca) y del Ministerio de Agricultura y Ganadería, el procedimiento técnico y administrativo, respectivamente, para autorizar la exportación de las especies de tiburones amenazadas o en peligro de extinción. Sin embargo, para Mario Espinoza Mendieta, investigador de la Universidad de Costa Rica, el problema radica en que tanto el Incopesca como el Ministerio de Agricultura y Ganadería han tendido a favorecer los intereses del sector productivo por encima de la conservación de especies amenazadas. La Junta Directiva del Incopesca, menciona Espinoza, está representada por diferentes sectores de pesca del país, cuyos intereses no siempre se alinean con la protección y explotación sostenible de los recursos marinos. “Eso hace que la balanza se vaya más hacia el sector productivo”, explica Espinoza, también miembro del consejo científico de la Convención. En el pasado, el Incopesca fue incluso cuestionado por no imponer sanciones a barcos camaroneros a los que se encontró pescando dentro de áreas protegidas. El comercio de tiburón La exportación de productos de tiburón es legal en Costa Rica, mientras respete las regulaciones establecidas por la Convención. Pero el aleteo, práctica que consiste en cortar las aletas del tiburón y lanzar el cuerpo al mar, no está permitida y ha sido controlada de mejor manera en el país. En febrero pasado, un tribunal emitió la primera sanción penal por aleteo contra una empresaria taiwanesa que llevó a puerto aletas de tiburón desprendidas del cuerpo del animal y unidas con alambre. AIDA y Conservación Internacional ayudaron en la resolución del caso, asesorando con argumentos de derecho internacional el trabajo de la Fiscalía. Las aletas de tiburón son muy codiciada en países asiáticos, que las considera un manjar. Se estima que el valor del producto sea de 100 dólares el kilo o que incluso supere esa cifra. Una decisión responsable En la región, los gobiernos de Colombia y Ecuador han desarrollado campañas para proteger al tiburón martillo. En Costa Rica, el Incopesca es responsable ahora del futuro de esa especie. Ojalá su labor incluya el criterio científico. El estado actual de la población de ese animal es frágil y una mala decisión podría dañarle seriamente. También peligra la conservación de otras especies amenazadas de tiburón, como el tiburón gris, una de las principales en el sector pesquero de Costa Rica. El criterio de sostenibilidad debe primar por encima del económico si el país quiere preservar su riqueza natural para el futuro y ser ejemplo de conservación en el continente. 

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 Parque Nacional Palo Verde, provincia Gunacaste, Costa Rica

Costa Rica da un gran paso por sus humedales

Desde el pasado 6 de marzo, los ríos, lagos, manglares y otros humedales en Costa Rica, gozan de una mejor protección. En esa fecha, el gobierno de ese país emitió por primera vez una política pública orientada al manejo sostenible de esos ecosistemas. Se trata de la Política Nacional de Humedales 2017-2030, creada para preservar y revitalizar esos entornos, y la gran biodiversidad que albergan, sin afectar a las comunidades cercanas que dependen de ellos. Tras casi año y medio de trabajo conjunto, el Ministerio de Ambiente, el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lograron concretar este histórico instrumento de política pública. Desde AIDA fuimos parte del proceso de elaboración de la política, aportando comentarios desde la perspectiva del derecho ambiental internacional. En el pasado, hicimos una contribución similar en México. “Buscamos asegurar que la Política Nacional de Humedales estuviera en línea con las obligaciones de Costa Rica con la Convención Ramsar, tratado intergubernamental que establece que todos los países necesitan una política de ese tipo, además de otras acciones para proteger a los humedales de su territorio”, explica Gladys Martínez, abogada sénior del Programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera de AIDA. La Ley Orgánica del Ambiente de Costa Rica define a los humedales como ecosistemas que dependen de regímenes acuáticos tanto dulces como salobres, naturales o artificiales, y que pueden ser permanentes o temporales. Por lo tanto, los humedales no son solo cuerpos de agua como ríos y lagos, sino también esteros, manglares, llanuras de inundación, arrecifes de coral y aguas marinas, entre otros. “En Costa Rica tenemos miles de humedales que representan el 7% del territorio nacional y esta Política ayudará a mejorar la gobernanza y la protección de estos recursos, saldando una deuda histórica con un elemento vital para nuestros ecosistemas”, informó el Ministro de Ambiente y Energía, Edgar Gutiérrez en un comunicado difundido por su despacho el 6 de marzo, con motivo del lanzamiento de la política. Los cinco componentes principales de la política El plan de acción de la política pública se basa en cinco ejes centrales: Conservación de los humedales, sus bienes y servicios: Busca evitar futuras pérdidas de humedales y mitigar factores que pongan en riesgo su salud y funcionamiento. Se propone además ordenar el territorio en el que están mediante un Inventario Nacional de Humedales. Adaptación climática y uso racional: Busca identificar cuáles son los humedales más vulnerables ante el cambio climático y llevar a cabo acciones de mitigación. Rehabilitación ecológica: Una vez identificados los humedales vulnerables, se prevé llevar a cabo acciones de recuperación. Fortalecimiento institucional para una gestión adecuada: Se aboga por lograr una mejor coordinación y articulación entre las entidades a cargo de la administración y conservación de humedales. Participación inclusiva: Se pretende que la ciudadanía se involucre y participe en los procesos de conservación de humedales. Consulta ciudadana y ejemplo a seguir Cabe destacar el último punto, referido a la inclusión de las comunidades, porque en lugar de alejarlas de la toma de decisiones, el gobierno reconoce que es importante consultarles ya que muchas de ellas basan sus medios de subsistencia en la salud de los humedales y otros entornos. “Lo más importante es que además de cumplir con la Convención Ramsar, se está cumpliendo con otras convenciones internacionales que hablan sobre la consulta”, dice Gladys. La nueva política costarricense representa un avance significativo en la defensa del ambiente. Cada vez más países se alinean a Ramsar y demuestran a la región que las políticas ambientales son posibles y efectivas, superando así el obstáculo común de la burocracia. En AIDA estamos felices de decir “¡pura vida!” a los humedales. ¡Esperamos que más países se unan a su protección!

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Tárcoles: El río más contaminado de Centroamérica

El sol nace en el río Grande de Tárcoles. Guacamayas descansan en los árboles de alrededor y, en la orilla, cocodrilos se asoman imponentes. Cientos de turistas se detienen a fotografiar del paisaje cuando, dentro del cauce, la corriente arrastra un pedazo de chatarra. Esta es la dinámica en el caudal del Grande de Tárcoles, el río más contaminado no sólo de Costa Rica, sino de toda Centroamérica. Si bien el país ha logrado grandes avances para dejar atrás el uso de combustibles fósiles en la generación de energía, aún tiene mucho por hacer en cuanto a manejo de desechos. El origen de la contaminación Son dos las razones principales para la excesiva contaminación del gigantesco río: la creciente urbanización y la burocracia gubernamental. Por un lado, en su enorme caudal —aproximadamente 4,2% del territorio costarricense— desembocan todas las aguas sucias del Gran Área Metropolitana del país. En 2013, el informe del Estado de la Nación reveló que sólo un 4% del total de las aguas residuales del país eran tratadas antes de ir a los ríos. Lo que ocurre en el Grande de Tárcoles es un gran ejemplo de las consecuencias de esa deficiencia. Actualmente, el río es la “alcantarilla” de la zona urbana. Recibe un equivalente a 100 piscinas olímpicas de agua sin tratamiento proveniente de la zona urbana, según el Instituto de Acueductos y Alcantarillados. Sus aguas han sido también víctima de leyes anticuadas que por años favorecieron la actividad económica y el vertido de los desechos de sectores comerciales, por encima de la salud ambiental del río. También en el ámbito legal, aunque se estableció el pago de una multa por el vertido de aguas residuales y agentes contaminantes al río, la medida no fue respetada. Como resultado, la cantidad de derrames ilegales de agua sucia, basura tecnológica o chatarra al Grande de Tárcoles permaneció igual de alta. Gracias a todo esto, el laboratorio de análisis ambiental de la Universidad Nacional calcula que si no se adoptan medidas más efectivas, para el año 2040, la recuperación del río sería imposible Esto comenzó a saturar de contaminación al río hasta llegar a la actual y crítica situación actual. Riqueza ambiental en riesgo A pesar de la contaminación, la riqueza biológica en la desembocadura del río es exorbitante. Allí habita la población de cocodrilo americano más grande del país y alrededor de 50 especies de aves. Además, el río desemboca y alimenta con sus aguas al manglar de Guacalillo, hogar de una gran variedad de especies animales. En ese sitio están cuatro de las cinco especies de manglar observadas de Costa Rica. Por otro lado, este rico ecosistema aporta pesca y turismo para la subsistencia de las comunidades locales, quienes se enorgullecen de la belleza natural del lugar. Lo que se ha hecho y lo que falta Se han hecho esfuerzos por mitigar el impacto de la contaminación en el río y rescatar su gran biodiversidad. Uno de ellos es la puesta en marcha de la planta de tratamiento de aguas Los Tajos, que limpia un 20% de las aguas que llegan al Grande de Tárcoles. También está el aporte de campañas aisladas de limpieza. En 2007, una limpieza del río recolectó de sus aguas una cantidad aproximada de mil neumáticos. Esto favoreció la emisión de un decreto en favor de las comunidades locales y con la intención de garantizarles su derecho a un ambiente sano. El decreto reconoce la importancia biológica del río y el deterioro que ha sufrido, creando la Comisión de Gestión Integral de la Cuenca del Río Grande de Tárcoles, cuyo objetivo es planificar vías alternas y sostenibles para proteger al río. Sin embargo, son necesarias acciones más significativas para la recuperación total del Tárcoles antes que el daño sea irreparable. La Comisión no ha sido capaz al momento de mitigar significativamente la contaminación. Requiere una mejor organización y recursos para actuar. Además, haciendo partícipes a las comunidades locales, la Comisión necesita poner manos a la obra y realizar limpiezas masivas de la cuenca del Grande de Tárcoles. Además, el Instituto de Acueductos y Alcantarillados debe actuar eficientemente para tratar adecuadamente las aguas residuales, prevenir derrames ilegales y limpiarlo para restaurar la salud de este gigante enfermo. El reto es grande, pero la belleza natural del caudal hace que un esfuerzo mayor valga la pena.  

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Océanos

Pronunciamiento de AIDA sobre la muerte de miles de peces en Costa Rica

Ante la muerte de anchovetas —especie de la que dependen para su nutrición aves, mamíferos marinos y otros peces—, se debe analizar a detalle el caso y, al dar con la causa del hecho, se debe dar una solución integral al problema a nivel nacional y regional. San José, Costa Rica. El 15 de febrero pasado, miles de peces de la especie anchoveta, aparecieron muertos a lo largo de 2 kilómetros del golfo de Nicoya, en varias playas de Puntarenas. Aunque expertos de la Universidad Nacional de Costa Rica descartaron que el hecho se deba a las toxinas que producen las algas o a una eventual marea roja —que ocurre por la excesiva proliferación de microalgas)—, las autoridades todavía no saben con exactitud las causas. La anchoveta es una especie que contribuye de gran manera al equilibrio del entorno marino en el que habita. Muchas especies de aves y mamíferos marinos, así como otros peces, dependen de la anchoveta como fuente vital de nutrición, pues es rica en proteínas. A propósito del hecho, Gladys Martínez, abogada del Programa de Biodiversidad Marina y Protección Costera de AIDA señaló: “Es clave que se analice detalladamente los factores que causaron esta muerte masiva de anchovetas para poder determinar qué las está afectando y evitar que una situación similar se repita. Una vez encontrada la causa, se debe implementar una solución que tenga un enfoque ecosistémico, es decir que tenga en cuenta todos los componentes del entorno marino. Adicionalmente, es importante que Costa Rica trabaje en dar una solución integral al problema tanto a nivel nacional como regional, pues la anchoveta es una especie común de diferentes países y aunque no es altamente migratoria, se traslada en espacios cortos. Debido a ello, los países fronterizos deben unir esfuerzos”. Contacto de prensa: Gladys Martínez, AIDA, [email protected], +506 8321 4263  

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Océanos

Tribunal de Costa Rica emite la primera sanción penal contra práctica ilegal de pesca de tiburón

En una decisión histórica, un tribunal de Puntarenas condenó a prisión a una empresaria que llevó a puerto aletas de tiburón separadas del cuerpo del animal, práctica ilegal en Costa Rica, con el objetivo de comercializarlas luego fuera del país. La acusación de la Fiscalía fue apoyada por organizaciones de la sociedad civil que argumentaron la vulneración de normas nacionales e internacionales que protegen la fauna marina. Puntarenas, Costa Rica. El 7 de febrero pasado, el Tribunal de Juicio de Puntarenas impuso una sanción penal de seis meses de prisión contra una empresaria taiwanesa que llevó a puerto aletas de tiburón desprendidas del cuerpo del animal y unidas con alambre, práctica conocida como aleteo y considerada ilegal por normas nacionales e internacionales. El objetivo de la empresaria era vender en el exterior únicamente las aletas. Es la primera vez que el comercio ilegal de aletas de tiburón es castigado penalmente en el país. “Nos alegra que, desde el Poder Judicial, el país envíe la clara señal de que su prioridad es proteger la sostenibilidad del país. La respuesta ante una práctica innovadora de aleteo, fue buena. Los pescadores responsables y las autoridades pesqueras y ambientales lo sabrán reconocer y aplaudir. En Conservación Internacional reiteramos nuestro compromiso con la pesca sostenible, las gestión transparente de recursos marinos y el control de las regulaciones ambientales del país”, señaló Marco Quesada, director del Programa Costa Rica de Conservación Internacional (CI). En 2011, la justicia falló a favor de la empresaria. Esa decisión fue rebatida por la Fiscalía, instancia que logró un segundo juicio en el que finalmente el delito cometido fue sancionado. La sentencia final señala que la empresaria es responsable “del delito de ordenar la descarga de aleta de tiburón sin el respectivo cuerpo, en perjuicio de los recursos naturales” de Costa Rica. “Esta es una sentencia histórica, pues es la primera vez que existe una condena penal por aleteo. Aplaudimos el esfuerzo de la Fiscalía por hacer cumplir las leyes nacionales y los compromisos internacionales de Costa Rica. Esperamos que sea un precedente que ayude a evitar que se repita esta práctica.”, dijo Gladys Martínez, abogada de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA). AIDA y CI ayudaron en la resolución del caso, asesorando con argumentos de derecho internacional el trabajo de la Fiscalía. De acuerdo con la legislación costarricense, tras la pesca, las aletas deben llegar al puerto unidas naturalmente al cuerpo del tiburón. Cuando son separadas, el cuerpo es arrojado al mar para así poder refrigerar en los barcos pesqueros la mayor cantidad posible de aletas. “El aleteo de tiburón es un delito penado en Costa Rica por los artículos 139 y 40 de la Ley de Pesca y Acuicultura. Adicionalmente, Costa Rica ha ratificado diferentes tratados internacionales que le obligan a proteger el ambiente. Estas obligaciones incluyen la protección, conservación y uso sostenible de los recursos marinos”, se lee en el documento proporcionado por ambas organizaciones a la Fiscalía para su uso durante el juicio. Consulte la sentencia del tribunal  Lea el documento con el que AIDA y CI apoyamos el trabajo de la Fiscalía. Contactos de prensa: Gladys Martínez, AIDA, [email protected], +506 8321 4263 Marco Quesada, CI, [email protected] +506 2253-0500 ext. 129/IP 5484  

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family weekend

Conservando la parte del mar que es de todos

En Semana Santa visité con mi familia el Parque Nacional Marino Las Baulas en Guanacaste, Costa Rica. Un guardaparques preparado y comprometido nos habló de las amenazas que las tortugas marinas enfrentan cuando desovan en la costa, y de la importancia de cuidar las playas y evitar desarrollos inadecuadamente implementados. Pero lo que más llamó la atención fue la curiosidad de mis dos hijos, de cinco y tres años de edad, al saber lo mucho que las tortugas debían nadar para poner sus huevos. “Si se pierden, ¿las tortuguitas ya no nacen?”, preguntaron. Para muchos la respuesta a esa interrogante es un misterio y de ahí viene la importancia de proteger la vida en alta mar, en aquellas aguas internacionales que no pertenecen a ningún país y que son, por tanto, un bien común global. Lo que sucede en alta mar, más allá de lo que podemos ver y cuidar desde la costa, es lo que mueve a las más de 33 organizaciones no gubernamentales y a las más de 193 delegaciones en Naciones Unidas que están reunidas en Nueva York para trabajar, durante dos semanas, en la construcción de un acuerdo legalmente vinculante para conservar la vida marina en las áreas que están fuera de cualquier jurisdicción nacional. El acuerdo será implementado bajo la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR). AIDA es la única ONG de América Latina que está presente en la Primera Sesión del Comité Preparatorio que busca crear el nuevo acuerdo en el plazo de dos años. Como parte de la High Seas Alliance (HSA) y gracias al apoyo de The Pew Charitable Trusts, estamos trabajando para llevar la voz de la sociedad civil latinoamericana a las negociaciones.  Junto con las otras organizaciones que integran la HSA, estamos abogando para que el nuevo tratado cumpla los siguientes principios: Protección y preservación del medio marino de alta mar, incluyendo el cuerpo de agua. Cooperación entre Estados para conservar los recursos vivos de alta mar. Utilización de la mejor información científica disponible para la toma de decisiones. Buena administración de los recursos de alta mar, garantizándolos para las presentes y futuras generaciones.   Implementación del principio de precaución según el cual la ausencia de información no puede constituir una excusa para no proteger los ecosistemas de alta mar. Gestión basada en una planificación a gran escala que tome en cuenta la interrelación de la biodiversidad marina. Sostenibilidad y equidad en referencia a la posibilidad de utilizar los recursos para cubrir las necesidad de las generaciones presentes, respetando las necesidades de las generaciones futura. Deberá prestarse especial atención a los intereses y beneficios para los países en desarrollo. Buena gobernanza (transparencia, participación pública y acceso a procedimientos de revisión y recursos)
. “Quien contamina, paga”, lo que implica que los Estados que causen contaminación deben asumir su responsabilidad. Cumplimiento y respeto de los compromisos adquiridos bajo la CONVEMAR. Adicionalmente, consideramos de vital importancia que los Estados incluyan la creación de áreas marinas protegidas fuera de las jurisdicciones nacionales para garantizar la conservación y preservación de la biodiversidad marina. Desde AIDA vemos con mucha ilusión y esperanza el compromiso de los Estados durante este primer tramo del largo camino a recorrer. Sabemos que tras estos dos años de negociaciones veremos surgir con éxito un tratado que proteja la biodiversidad marina que pertenece a todos, aquella que es albergada en la mayor porción de nuestros mares. ¡Apóyanos para seguir trabajando hacia esa meta!

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Los arrecifes de coral y los impactos imprevistos del turismo

Por Camila Cossio, expasante de AIDA Un día, durante mi pasantía en la oficina de AIDA en San José, almorcé con una amiga de Estados Unidos. Ella me habló de su viaje por las playas de Costa Rica. Todo lo que describía sonaba hermoso: el agua clara y azul, los cangrejos ermitaños que dejaban su concha para desayunar en las primeras horas de la mañana, las frutas dulces que caían sobre la arena suave, y los árboles verdes y frescos que daban sombra ante el cálido clima costarricense. Pero su estado de ánimo cambió de pronto. Pasó de la felicidad a la preocupación al explicar cómo su compañero de trabajo sufrió un corte serio en el muslo cuando una tarde nadó demasiado cerca de un arrecife de coral. Ella estaba preocupada por la falta de preparación de su guía turístico para manejar la situación y por lo irresponsable que parecía que a los turistas se les permitiera —sin tener experiencia en buceo— nadar tan cerca de los arrecifes. Más allá de los peligros físicos para las personas, accidentes como el descrito, aunque parezcan no tener consecuencias, tienen un impacto grave en ecosistemas marinos sensibles como los arrecifes de coral. Los arrecifes de coral son ecosistemas únicos y complejos, vitales para la salud de los océanos. Aún así, 93 por ciento de los arrecifes en Costa Rica están en peligro, y el turismo es un factor significativo en su degradación. Amenazas del turismo a los corales Cuando por accidente los turistas tocan, contaminan o rompen partes de un arrecife, los corales experimentan estrés. Los organismos de coral tratan de luchar contra la contaminación de forma natural, pero este proceso conduce con frecuencia al blanqueamiento del coral, el cual ocurre cuando los corales pierden sus colores brillantes y se vuelven completamente blancos. Una vez que los corales se blanquean, no pueden contribuir más a la biodiversidad de la comunidad de arrecifes, la cual depende de interacciones simbióticas entre peces, invertebrados y sus hábitats. Además, ya que la alteración de un ecosistema del océano afecta gravemente a otros, comunidades de manglar y pastos marinos —especies de plantas de aguas poco profundas vitales para la salud del ecosistema marino— resultan también seriamente amenazadas por el estrés de los corales. Otro problema significativo que los arrecifes de coral enfrentan es la sedimentación. Cuando residuos sólidos son depositados en las profundidades de los cuerpos de agua, contaminan los ecosistemas marinos y bloquean la luz necesaria para la fotosíntesis. Cuando la luz es bloqueada, los inmóviles arrecifes de coral se blanquean y mueren. En Costa Rica, las fuentes de sedimentación incluyen el dragado, la tala, la agricultura y el desarrollo costero impulsado por el sector turístico. Un Arrecife Bajo el Estrés de la Sedimentación: Una Década de Degradación, un estudio del biólogo costarricense Jorge Cortés, documenta los impactos negativos del turismo en los arrecifes de coral de la región de Cauhita, Costa Rica. Otro estudio de caso sobre los arrecifes de Bahía Culebra encontró que el desarrollo costero relacionado con el sector turístico no estaba regulado. Debido a ello, los arrecifes de coral en el Pacífico continúan sufriendo. La sedimentación seguirá destruyendo los arrecifes si no se establecen mejores principios de manejo. En 1994, por ejemplo, un arrecife en Bahía Culebra se quemó debido a los sedimentos sobrantes de la construcción de un centro turístico. Ocho por ciento del arrecife quedó completamente destruido. La literatura científica prevé que 50 por ciento de los arrecifes de coral en América Latina estarán en riesgo en los próximos cinco o 10 años. Estudios muestra que, a nivel global, 30% de los arrecifes ya están seriamente dañados y que se espera que 70% de todos los arrecifes de coral desaparezca en 2030 si no se toman medidas correctivas para detener los impactos antropogénicos negativos en las comunidades de arrecifes de coral.  Construyendo un futuro para los arrecifes de coral El turismo sostenible es un gran concepto en el papel, pero difícil de hacer cumplir en la realidad. La construcción de propiedades costeras requiere el dragado de aguas. Ello crea el drenaje de contaminantes provenientes de caminos, parqueos y aeropuertos. Las aguas residuales que son vertidas al océano y una agricultura más intensiva para cubrir a toda la población incrementan la sedimentación. Aunque es difícil que una sola persona detenga proyectos masivos como éstos, es fácil dar pequeños pero poderosos pasos: no recoger vida silvestre para recuerdos (conchas, restos de coral y plantas); ser consciente de lo que llevas contigo —botellas de agua reusables, una mochila para tu basura en caso de que no exista un lugar cercano para el depósito apropiado de residuos—; tomar el bus en lugar de ir en coche; y, de ser posible, investigar un poco sobre los hoteles u hostales en los que te quedas. Muchos hoteles costeros arrojan sus aguas grises —aguas residuales de la lavandería, cocina y procesos domésticos no sanitarios— en el océano, contribuyendo a la sedimentación y contaminación de los ecosistemas de arrecife de coral. Es importante ser conscientes que muchas actividades realizadas en tierra pueden dañar directamente el ecosistema marino. Ser un turista amigable con el ambiente no tiene que ver con ser perfecto, pero las acciones individuales, aunque parezcan pequeñas, pueden tener realmente un gran impacto. AIDA brinda recomendaciones necesarias para leyes y prácticas efectivas que preserven y protejan a los arrecifes. Consulta nustra Guía de Buenas Prácticas. 

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Arrecifes de coral, Océanos

¿Cómo salvar a los arrecifes de coral?

Por Haydée Rodríguez Cuando digo que vivo en Costa Rica, mucha gente imagina que mi casa está frente al mar, arrullada por las olas.  En realidad vivo en la ciudad, a una hora de la costa del Pacífico y a tres de la del Caribe. Pese a no coincidir con la idea paradisíaca de la vida en Costa Rica, me enamoré del mar desde niña. El sentimiento ha crecido con los años al conocer más sobre los misterios del mar, los servicios que brinda y las maravillosas especies que lo habitan.  De todas esas especies, una de mis favoritas es el coral. Gracias a mi trabajo como abogada de AIDA, he aprendido más sobre los corales, y he podido encontrar maneras efectivas para protegerlos desde mi profesión. Muchas personas aún no se han dado cuenta de la conexión que tenemos con los corales, la cual existe aunque no tengamos el privilegio de vivir frente al mar. ¿Qué son los corales y qué hacen por nosotros? A pesar de parecer a simple vista como grandes piedras, los corales son organismos vivos con un esqueleto externo. Tienen una relación simbiótica (en la que ambas partes se benefician) con un alga llamada zooxantela, responsable de darle sus hermosos colores. Esta alga utiliza la luz del sol para producir su comida y parte de los nutrientes que necesita el coral para sobrevivir. A cambio, el coral le da protección. Un conjunto de corales forma un arrecife, un sitio rico en biodiversidad conocido como la selva del mar. Los corales nos ofrecen grandes beneficios: Son áreas de desove para peces: el pescado que comes está vinculado de alguna forma con un arrecife de coral. Son amortiguadores naturales que nos protegen de tormentas y huracanes. Son sitios turísticos que generan ingresos importantes para la economía de nuestros países: Un kilómetro cuadrado de arrecife de coral puede brindar servicios valorados hasta en USD 600.000 al año, según Naciones Unidas.   La mala noticia es que estas bondades se podrían perder si no actuamos ahora para preservar los corales.  Se estima que, a nivel mundial, el 60% de éstos podría desaparecer para el año 2030. Ello significa que nuestros hijos podrían disfrutar de los corales por corto tiempo, y que nuestros nietos los conocerían únicamente en las fotos de libros de historia y ciencia.  ¿Cuáles son las amenazas y cómo podemos ayudar a combatirlas? Los métodos de pesca no sostenibles, como las redes de arrastre, arrancan pedazos de coral a su paso. Antes de comer o comprar cualquier marisco, vale la pena preguntar cómo fue pescado. Convertirnos en consumidores responsables es nuestro derecho y obligación. Debemos exigir en restaurantes y supermercados productos que hayan sido obtenidos del mar sin dañar corales u otras especies de importancia. Prácticas de turismo inadecuadas pueden dañar a los corales. Evitemos ponernos de pie sobre los corales al bucear o usar un esnórquel bajo el mar. Debemos recordar que los corales están vivos y que nuestro peso o el equipo que llevamos puede romperlos. Cuando compremos souvenirs (recuerdos) como collares y artesanías, rechacemos productos que usan o incorporan corales.  Nosotros no necesitamos corales para adornar nuestras casas ni nuestro cuerpo, pero el mar sí lo necesita para mantener su equilibrio. Un estudio reciente da cuenta que, al entrar en contacto con el mar, los bloqueadores solares que contienen oxibenzona (un compuesto químico) pueden causar, incluso en bajas concentraciones,  daños en el ADN de los corales, deformarlos y eventualmente provocar su muerte. Evitemos entonces utilizar este tipo de productos y usemos ropa que nos proteja del sol para disminuir su consumo. Encuentra aquí una lista de bloqueadores solares seguros para los corales. Los fertilizantes empleados en los cultivos y que eventualmente llegan al mar por los ríos, dañan gravemente a los corales al incrementar la producción de algas, mismas que bloquean el sol y evitan que los corales reciban sus nutrientes. Optemos por verduras y frutas cultivadas de manera orgánica y exijamos una agricultura responsable. Mejorando la protección legal de los arrecifes de coral Otra forma clave de salvar a los corales es buscar cambios en nuestros países. Alentemos a nuestros gobiernos a realizar mejoras en las normas que protegen esas especies. En AIDA hemos publicado una guía de buenas prácticas de regulación para la protección de los arrecifes de coral. El documento contiene ideas para fortalecer las leyes y promover la conservación de los corales. Te invito a compartir la guía con las autoridades del gobierno de tu país. También puedes enviarme ([email protected]) los datos de contacto de las personas que estarían interesadas en implementar estas recomendaciones. Los corales juegan un rol más importante en nuestras vidas del que pensamos. En nuestras manos está salvarlos y asegurar que nuestros hijos y nietos continúen disfrutando de sus beneficios. 

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Si Cecil hubiera vivido en Costa Rica, podría estar vivo aún

Por Camila Cossio, pasante de AIDA El mes pasado, Cecil, un león africano de 13 años, fue rastreado y asesinado por un turista estadounidense. Cecil fue víctima de la caza de trofeos, un pasatiempo cruel que no sirve a ningún propósito de conservación. Si Cecil hubiera vivido en Costa Rica, podría estar vivo aún. Costa Rica es hogar de muchos de los principales depredadores, incluyendo a grandes felinos como los pumas y jaguares, y el gobierno está comprometido con su protección. En Costa Rica, cazar animales por deporte es ilegal. En 2102, el Congreso de ese país aprobó por unanimidad una enmienda a la Ley de Conservación de la Vida Silvestre, la cual prohíbe la cacería de trofeos y, en general, la caza de vida silvestre. Costa Rica es el primer país que prohíbe la caza, con excepción de aquella que responde a estudios científicos, subsistencia o reducción de la sobrepoblación. Los cazadores que no cumplen la ley pueden pagar multas de hasta 3.000 dólares o ser encarcelados por hasta cuatro meses. A la luz de la  muerte de Cecil, muchos cazadores de trofeos han argumentado que sus acciones apoyan los esfuerzos de conservación. Sin embargo, la ciencia nos dice lo contrario. Los depredadores naturales como los leones, lobos y osos ayudan a equilibrar los ecosistemas de la naturaleza al matar a los individuos más enfermos y débiles en una especie. Se trata de una selección natural en esencia. Por el contrario, los cazadores de trofeos tienen como objetivo matar a los animales más “deseados”, aquellos que lucirían mejor colgados en sus paredes y que tienden a ser depredadores principales y saludables como Cecil. Al cazar depredadores saludables, los seres humanos interfieren con el delicado balance de las poblaciones de esas especies. Por ejemplo, si un león dominante como Cecil es asesinado, es común que un nuevo león mate a los cachorros del exlíder para hacerse cargo de la manada. Esta alteración no habría ocurrido si Cecil no habría sido cazado y asesinado. Otro tipo de alteración está ocurriendo con las poblaciones de lobos en Estados Unidos. La sobrecaza de lobos rojos llevó a un incremento de la población de coyotes. Al crecer la población de coyotes, el número de muchos depredadores más pequeños, como los zorros, se redujo también. Los zorros se alimentan de los mamíferos que infectan a las garrapatas con la enfermedad de Lyme. No es coincidencia que los seres humanos enfrenten actualmente la mayor incidencia jamás documentada de la enfermedad de Lyme. Casos como éste dejan claro que los depredadores tienen un rol vital para la salud humana y la de los ecosistemas animales. La cacería de trofeos también crea un mercado para la caza furtiva de especies amenazadas y en peligro de extinción. La caza de trofeos organizada implica que las poblaciones de animales se están “recuperando” y no están en peligro, incrementando así la explotación de poblaciones ya vulnerables[1]. Costa Rica es pionero en la legislación sobre vida silvestre y en la protección de la misma. Así lo evidencia su ley histórica y acciones diarias de las que soy testigo como parte de mi pasantía en la oficina de AIDA en San José. Veo la preocupación de la nación reflejada en el trabajo de nuestros abogados y abogadas para proteger especies en peligro de extinción. Y también la veo en las calles, en etiquetas adheridas a los parachoques con la imagen de felinos grandes como Cecil y la leyenda “Los Animales Tienen La Vía. Respétalos”.   [1] Cecil y el Mito de la Conservación Mediante la Caza Deportiva (artículo en ingles), http://www.friendsofanimals.org/news/2015/august/cecil-and-myth-conservation-through-sport-hunting (consultado el 5 de agosto de 2015).

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