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Photo: Steve Ablitt / Cassiar Watch

Victoria: Canadá respalda la participación pública y la evaluación ambiental

Gracias a un fallo judicial al que AIDA y sus aliados contribuyeron, las autoridades canadienses deben permitir la participación pública activa en todos los megaproyectos mineros e industriales, y éstos deben incluir evaluaciones de impacto ambiental integrales.

La decisión llegó tras una larga batalla legal iniciada en 2006. Ese año, el proyecto Red Chris, una mina de cobre y oro a cielo abierto que procesaría 30,000 toneladas métricas al día, fue aprobado sin haber sido sometido a una evaluación adecuada de sus impactos ambientales.

La empresa Imperial Metals pretendía construir la mina en el Valle del Río Kapplan, un área remota y prístina que es hogar de grandes mamíferos como la oveja de Dall, el caribú, osos y alces. Además, la zona forma parte de la ruta migratoria del salmón y cerca de ella vive la comunidad indígena Tathlan.

La empresa había fragmentado el proyecto en partes pequeñas para evitar la evaluación de la todalidad de sus impactos, violando así estándares internacionales sobre el tema, así como el derecho a la participación pública.

En 2009, AIDA presentó ante la Corte Suprema de Justicia de Canadá un escrito en el que argumentó, desde el derecho internacional, las faltas cometidas por la empresa con relación al proyecto. Lo hicimos para apoyar la demanda presentada contra el proyecto por MiningWatch y EcoJustice (nuestra organización participante en Canadá).

El fallo es una herramienta poderosa para proteger extensiones enormes de terreno prístino y valioso por su biodiversidad, fuentes de agua y la cultura de comunidades indígenas.

Es un parteaguas para que las empresas cumplan con sus obligaciones al desarrollar proyectos que ponen en riesgo el ambiente y a las personas que dependen de él.


Sobre cómo abandonar el reino de la bolsa plástica y aprender a cuidar el lugar donde vivimos

By María José Veramendi Villa, senior attorney, AIDA, @MaJoVeramendi Some months ago my colleague at AIDA, Haydée Rodríguez, wrote an interesting post in this blog called Plastic bag? No thank you (Spanish only). I confess that it shocked me to read the post because although I had a general idea of the harmful effects of plastic bags on the environment, I didn’t realize the profound damage they can cause. This made me reflect on Peru, where plastic bags reign supreme, and where there is very little public awareness of their harmful impacts, that they poison and kill marine wildlife and pollute the environment, among other things. In most shops, almost all products are packed in plastic bags no matter how small. Some statistics  An investigation entitled the Study on the Perceptions, Attitudes and Environmental Behavior regarding the Unnecessary Use of Plastic Bags was carried out in two districts of Lima. The results, published in a July 2012 article on the Ministry of the Environment's website (Spanish only), found that 94% of the businesses studied used plastic bags exclusively to package their consumer products, while 60% used between one to three plastic bags for every purchase and 36% used three to six. The article announced the launch of a campaign to reduce the use of plastic bags in the northwestern province of Piura, called “Healthy Living with Health Bags.” Other than this article, I couldn’t find any further public information on the campaign’s impact or whether it had changed people’s behavior, something that would have made it possible to gauge if the campaign had the potential to be replicated elsewhere in the country. The day to day In most Peruvian supermarket chains, plastic bag usage is exaggerated. Sometimes checkout assistants pack small items in separate plastic bags, generating a huge amount of unnecessary plastic. A few months ago I visited a well-known Lima supermarket and asked the clerk why they didn’t attempt to cut down on plastic bag usage. I suggested that the supermarket should charge money for plastic bags as an incentive for people to bring reusable bags made of cloth. He said, “Oh, if we did that people would stop coming… There are people who ask us to use more bags or double bags, and if we didn’t, they’d call us stingy.” Attitudes like this illustrate the disregard that various sectors of Peruvian society have for environmental protection. Biodegradable bags? In 2007, Peru’s largest supermarket chain, Grupo Wong, which owns the Wong and Metro supermarket chains and is now owned by Chile’s Cencosud, introduced the use of biodegradable bags, a practice then replicated by other supermarkets in the country. Wong bags come with a caption that reads, “This bag will biodegrade without leaving any contaminant residues.” The manufacture of the bags “includes a special additive that causes the bag to disintegrate into smaller pieces when it comes in contact with oxygen, sunlight and friction, a process which then allows microorganisms such as fungi or bacteria to feed on its remnants, converting the bag into water, biomass, salt minerals and carbon dioxide, just as we do when we exhale air,” Wong says on its website.   A real alternative? The bags used by Wong supermarkets seem ordinary enough. The difference is the special additive ingredient that accelerates the disintegration of the bag. “This means that the plastic is broken down into smaller particles that are so small that you can’t see them. In the first phase, the waste cannot be assimilated with plants (Spanish only)”. Inapol, a Chilean maker of conventional and biodegradable plastic bags, says that while “a conventional plastic bag takes about 300 years to biodegrade, our bags that contain the special oxo-degradable additive reduces this time to approximately two years, depending on the external factors that accompany the process. Exchange of contaminants According to a European Bioplastics study, the additives in the oxo-biodegradable bags consist of chemical catalysts thatcontain transition metals like cobalt, magnesium and iron, among others. In this process the disintegration of the plastic bag is caused by a chemical oxidization of the plastic’s polymer chains, triggered by UV radiation or heat exposure. According to the study, the waste would eventually biodegrade in the second phase.   The study points out that the breakdown of the biodegradable plastic bag is not a result of natural biodegradation but of a chemical reaction. The waste remnants remain in the environment, something that does not present an adequate solution to the problem. It only transforms visible waste particles into invisible contaminants. There have been significant advances and an increase in awareness in the business community on the need to take care of the environment. But doubts remain about the natural biodegradation of plastic bags such as those used by Wong supermarkets, and whether they present a real sustainable solution for the environment. As Peru is such a creative and perse country, why shouldn’t it adopt alternatives to plastic packaging such as reusable cloth bags and recycled materials, and employ their use across the country? Isn’t this something to think about? We must change our mentalities for things to improve. To paraphrase Haydée, we need to say, “No thank you” to plastic bags. We should learn to reuse and recycle so that we can take care of what we love and, above all, where we live.

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Cambio Climático

Carta a la Junta Directiva del Fondo Verde Climático

En la carta (redactada en inglés), organizaciones, movimientos y grupos de la sociedad civil de países en desarrollo hacen un llamado conjunto a la adopción en el Fondo Verde Climático de las más sólidas salvaguardas sociales y ambientales.

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El Convenio UPOV y la privatización de las semillas: ¿Cuánto está en riesgo?

Por Florencia Ortúzar, asesora legal de AIDA "El problema de la agricultura actual, es que no es un sistema orientado a la producción de comida, sino a la producción de dinero" (Bill Molpson: Investigador, científico, profesor y naturapsta austrapano, padre de la permacultura). Lasemilla es el inicio de la vida misma. Es la parte del fruto mediante la cual se propaga la naturaleza. Las semillas son entonces los bloques con los que se construye la vida. Patentarlas, dar derechos privados sobre ellas a unos pocos, causa rechazo inmediato entre muchos. ¿Qué realmente significa esto? La UPOV: Un convenio internacional La Unión Internacional para la Protección de Nuevas Variedades de Plantas(UPOV), es una organización intergubernamental cuyo objetivo es otorgar derechos de propiedad intelectual a los llamados “obtentores”: quienes hayan creado o descubierto una nueva variedad de semilla. Algunos países de la región han firmado la Convención de la UPOV, establecida en París en 1961 y revisada en tres ocasiones (la última en 1991), y otros lo están considerando. Para que una variedad pueda ser patentada debe ser nueva. Esta novedad puede obtenerse a través de técnicas tradicionales naturales de mejora de la agricultura o por transgenia, en laboratorios. Las imppcaciones de algo tan novedoso como privatizar la vida contenida en una semilla son difíciles de medir de antemano y, con justa razón, preocupan a la mayoría. La situación en Chile (y en otros países): ¿entrar o no entrar? Actualmente se debate en el Congreso una ley, conocida como “Ley Monsanto”, que busca implementar el Convenio y con ello la patentación de nuevas especies de semillas. Esto significa que una semilla nativa puede ser intervenida y el resultado pasa a ser de quién la inventó. La persona que tiene dicha patente es dueña de la semilla para venderla, cobrar cada vez que se use, prohibir su intercambio y elaborar un contrato que incluso detalle lo que puede y no hacerse con el producto de la cosecha (Escucha como dato de referencia la entrevista al co-fundador de Chile sin Transgénicos). Quienes están a favor de la ley alegan que se trata de una protección necesaria para incentivar la innovación en la agricultura del país. Inquietudes Obsolescencia de semillas nativas: ¿Qué posibipdad de sobrevivir tiene una semilla nativa cuando compite con una semilla modificada, más productiva y eficiente? Por reglas del mercado, los cultivos de semillas “nuevas” desplazarían a las nativas. Peor aún, los cultivos transgénicos podrían fácilmente contaminar a los naturales que van quedando. Monopopos: Quienes tienen los recursos para crear semillas nuevas, especialmente transgénicas (las más rentables), son las mega corporaciones que hoy dominan la producción de apmentos transgénicos como Monsanto. De autorizarse el sistema de patentes de semillas en Chile, estas empresas tendrían vía pbre para tomar las tierras del país como ya lo hacen con gran eficiencia en Argentina. Además, las empresas más rentables irían ganando las tierras cultivables, expandiendo sus monocultivos y sacando del mercado las semillas menos rentables, aunque sean más apmenticias. Intercambio de semillas: La ley en debate le da tal poder al obtentor de la semilla que quien la compra queda obpgado por un contrato que regula todo sobre la cosecha y las semillas que se generan. Las prácticas de multippcación, venta, regalo e intercambio de semillas que son tan antiguas como la agricultura misma, quedarían prohibidas. La ley no solo extirpa a los agricultores de parte esencial de su oficio, sino que epmina una de sus fuentes de ingreso: comerciar con las semillas de su cultivo. Esto imppca que el agricultor pierde poder e identidad, transformándose en un engranaje más de una gran corporación. Transgénicos: Al beneficiar a grandes empresas, favorecemos inevitablemente la entrada de transgénicos, productos con el mayor retorno económico. Aún no se conocen oficialmente los efectos colaterales del consumo de transgénicos, por lo que, en aras del Principio Precautorio parecería sabio evitar la prueba descontrolada sobre la población humana. Con la vigencia de esta ley, los transgénicos quedarían protegidos. Los productos naturales, menos eficientes pero quizás más benéficos, desaparecerían para ceder espacio a los más productivos. Hay muchas razones para tratar a los transgénicos con recelo. En lugar de acabar con el hambre en el mundo han aumentado el uso de pesticidas, arrasado con la biopersidad, provocado desigualdad entre agricultores y contaminado variedades autóctonas, entre otros. Por otra parte, sí está probada la pepgrosidad de habitar en inmediaciones de cultivos transgénicos, como ejemppfica el caso argentino. Impactos ambientales: Al permitir los monopopos, los cultivos se homogenizan para albergar sólo a las cosechas más eficientes. Así se da lugar a monocultivos, en muchos casos de semillas resistentes a plaguicidas que usen cantidades alarmantes de químicos. El uso desmedido de agroquímicos genera resistencia y la necesidad de más toxicidad, disminuyendo aún más la biopersidad en los campos. Más aún, los monocultivos pierden la capacidad de resipencia, con lo que dejan de ser resistentes a cambios como los asociados al calentamiento cpmático, en desmedro de la capacidad de adaptación de los países (Vea aquí una nota sobre los impactos que la expansión de monocultivos de soja transgénica ha tenido en Argentina). Riesgos imprevisibles: Al cambiar drásticamente el sistema tradicional de agricultura, nos enfrentamos a riesgos difíciles de prever. Ejemplo de ello serían incentivos siniestros para que una empresa provoque una peste obpgando a que los agricultores compren la especie resistente. También es riesgoso lo que puede suceder con la penapzación del uso de semillas patentadas: muchos agricultores no están informados o no tienen la educación para entrar en un sistema absolutamente diferente. ¿Quedarán los agricultores sometidos a juicios, condenas, quemas y confiscaciones? Conclusión La appcación del Convenio UPOV amenaza con cambiar drásticamente parte de un ciclo esencial de la naturaleza. Lo más pepgroso es que se trata de una iniciativa global que va sumando adeptos. No parece justo que una persona pueda cobrar por el uso de una semilla, la cual nunca será realmente creación de una persona. El “obtentor” podrá haber cambiado un gen, pero no tiene autoría sobre el resto de la información, sobre la geniapdad de una semilla. En Europa sólo dos países han permitido la entrada de transgénicos. Chile tiene enormes potenciales para producir cultivos orgánicos, y podría posicionarse bien en el mercado europeo; pero esto no se ha considerado. La aprobación de la ley sobre patentes de nuevas semillas favorece a los grandes monopopos y da pasa a la entrada de transgénicos que desplazarían y contaminarían las variedades originales sin vuelta atrás. En Perú, en cambio, se aprobó recientemente una ley que prohíbe el ingreso y producción de transgénicos por 10 años. Ése si es un ejemplo a seguir.

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