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John Burns / NOAA

Corte pone fin a la matanza "legal" de la tortuga marina verde

En febrero de 1999, la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica decretó la suspensión de la matanza "legal" de la tortuga marina verde. El fallo marca una importante victoria para la conservación de esta especie en peligro de extinción y potencialmente para otras especies también desamparadas en sus países de origen.

Costa Rica tiene el privilegio y la responsabilidad de ser refugio de una de las más grandes poblaciones de esta especie de tortuga marina en el océano Atlántico. Cada dos o tres años, hembras de tortuga marina verde, muchas de ellas con decenas de años de edad, se arrastran lentamente desde su hábitat en el océano hasta sus nidos sobre una playa de 35 kilómetros entre el Tortuguero y el Río Parismina.

En lugar de proteger plenamente a estos ancestrales visitantes, Costa Rica tenía una ley que permitía la captura y matanza de casi dos mil tortugas marinas al año. Desafortunadamente, los cazadores furtivos explotaron esta norma para matar muchas más tortugas de lo permitido, poniendo así en riesgo lsu supervivencia.

Como respuesta a la inacción del Gobierno costarricense y para salvaguardar a la tortuga marina verde, AIDA, a través de CEDARENA, nuestra organización participante en Costa Rica, inició una batalla legal para eliminar esa ley.

AIDA y CEDARENA argumentaron que la ley violaba las garantías constitucionales costarricenses del derecho a un medioambiente sano y “ecológicamente equilibrado”; presentando fuerte evidencia de que la norma producía un impacto oculto en las tortugas marinas verdes. La Corte falló a favor a favor de las ONG y eliminó la ley.

La sentencia en sí misma no termina con las amenazas que se ciernen sobre las tortugas marinas verdes. Sin embargo, posiblemente sí proporcione el tiempo y el espacio que los conservacionistas necesitan para poder concentrarse en intervenir y detener su caza furtiva. ¡Ojalá lo logren!


Derechos Humanos

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El 9 de junio de 2011, tuvo lugar en México un cambio histórico: el Congreso aprobó varias modificaciones que por primera vez reconocen expresamente los derechos humanos en la Constitución nacional. El nuevo texto exige a todas las autoridades que respeten los tratados internacionales de derechos humanos de los que México es firmante en los puntos en que dichos tratados sean más amplios que las “garantías inpiduales” que actualmente contiene la legislación nacional. En la versión enmendada, el Artículo 1 de la Constitución reconoce los derechos humanos en general e incorpora legislación internacional. Esto significa que grupos como AIDA y comunidades de México disponen de mejores instrumentos legales para defender el derecho a un medio ambiente sano o al agua potable. También, por ejemplo, como el derecho de las comunidades indígenas al consentimiento libre, previo e informado está reconocido en las leyes internacionales, México tendrá que reconocerlo y garantizarlo. Es más: aunque la Constitución mexicana ya reconocía algunos derechos, ha resultado difícil ponerlos en práctica. Esta enmienda habilita más instrumentos legales, lo que da nuevas esperanzas de que ahora se puedan proteger mejor. Estos cambios constitucionales se han producido tras un proceso de cuatro años que emprendió la Oficina de la ONU del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en México y en su preparación han intervenido miembros de la comunidad académica, organizaciones no gubernamentales y expertos independientes. AIDA ha participado con la evaluación de los instrumentos legales existentes para la protección de los derechos humanos, así como de las responsabilidades legales a nivel internacional. En 2008, el Congreso mexicano comenzó a plantearse esta revisión constitucional vinculada a los derechos humanos que finalmente se aprobó en junio de 2011. Si bien es de aplaudir al Gobierno y Congreso mexicanos esta perspectiva, la efectividad de este cambio constitucional aún está por verse. El reconocimiento de los derechos humanos representa sólo el primer paso, ya que este nuevo compromiso servirá de poco si no se cumple. AIDA, en coordinación con nuestros aliados en este país, vigilará los casos nacionales con miras a garantizar que este avance profundo se aplique y que el derecho a un medio ambiente sano se garantice de mejor manera.

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Un centro vacacional tres veces más grande que Cancún amenaza los frágiles ecosistemas de humedales costeros de México. Se trata del Centro Integralmente Planeado Costa del Pacífico (CIP) que el Gobierno mexicano está planeando construir cerca de Mazatlán, con el cual se espera atraer a 3 millones de visitantes el año 2025. Si el proyecto se ejecuta como está previsto, pondría en peligro a los humedales cercanos que salvaguardan el 10 por ciento de los manglares más importantes que le quedan a México y 60 especies en peligro de extinción. AIDA está comprometida con la protección de esos valiosísimos ecosistemas. Todavía hay esperanza para los manglares. En mayo de 2011, las autoridades mexicanas especificaron que la construcción y operación del CIP será por etapas, lo cual exige la culminación de los estudios y permisos ambientales. En junio de 2009, presentamos una petición a la Secretaría de la Convención de Ramsar (SRC), un tratado internacional para la conservación de los humedales. En ella, AIDA y cinco organizaciones ambientalistas hicieron un llamado a la SRC para que instara y respaldara al Gobierno mexicano en la realización de un estudio ambiental exhaustivo del CIP con apego a las leyes nacionales e internacionales. El CIP se ubicaría en los linderos de Marismas Nacionales y muy cerca de la Laguna Huizache-Caimanero, sitios clasificados como “humedales de importancia internacional”. Estos puntos vitales de biopersidad son hábitat de una gran variedad de flora y fauna que residen en los humedales como aves, peces, mamíferos, reptiles y plantas. Muchos de estos animales ya están amenazados o en peligro de extinción como es el caso del puma, el jaguar, la nutria de río, el jabalí o pecarí, el venado cola blanca, el cocodrilo americano, la boa constrictor y el lagarto enchaquirado. Para abastecer de agua y electricidad a los huéspedes del centro vacacional, el Gobierno mexicano propone la construcción de una represa hidroeléctrica en el río San Pedro. Esta presa reduciría significativamente el flujo de agua a los humedales, perjudicando a las poblaciones animales y vegetales, e interrumpiendo el movimiento y trayecto de la migración, tan críticos para la supervivencia de muchas especies. El gobierno también plantea desviar cantidades sustanciales de agua del río Presidio para el riego, algo que probablemente sería perjudicial para los humedales de la Laguna Huizache-Caimanero. Como suele ocurrir en la mayoría de estos casos, los cuatro campos de golf y los extensos jardines que tendría el CIP albergarían una gran cantidad de plaguicidas y fertilizantes químicos. El escurrimiento tóxico de estas áreas contaminaría los humedales, sería un veneno en potencia para muchas especies de animales, y podría ocasionar el florecimiento de algas que crearían zonas muertas por la ausencia de oxígeno. La suma de todos estos impactos se traduciría en daños extensos a los manglares, ecosistemas que actúan como barreras de protección para costas ante los efectos de los temporales. Los ecosistemas de manglares también son fértiles viveros para la cría de peces y aves migratorias. Marismas Nacionales, por ejemplo, alberga a más de 100 especies de aves migratorias. Los manglares actúan además como sumideros de carbono de gran alcance que ayudan a amortiguar los efectos del cambio climático. Retienen constantemente el exceso de carbono en la atmósfera (son hasta 50 veces más eficientes que los bosques tropicales) y el sedimento que los nutre actúa como reserva de grandes cantidades de carbono. Por tanto, permitir que se destruyan manglares tiene un doble costo: perderíamos su capacidad para absorber el exceso de dióxido de carbono de la atmósfera y reintroduciríamos el carbono que ya había sido retenido. La Misión Ramsar de Asesoramiento realizada en junio de 2010, derivada de la petición de AIDA, rindió su informe el 9 de agosto de ese año. En el documento, la comisión solicita al Gobierno mexicano la creación de comités de coordinación del sitio Ramsar Huizache Caimanero. Exhorta también a realizar una evaluación ambiental estratégica que determine el efecto acumulativo de la multiplicidad de megaproyectos; a tomar en cuenta los múltiples bienes y servicios ambientales de las áreas en cuestión; y a considerar la integralidad del sistema Huizache Caimanero-Marismas Nacionales. De igual manera, el informe recomienda la incorporación de las autoridades competentes para asuntos de agua, protección ambiental y pesca en el Comité Nacional de Humedales para fines de coordinación.  La Misión señaló que los desarrollos turísticos masivos en los sitios Ramsar no deben llevarse a cabo, dada la importancia ambiental del área para el Estado mexicano y la comunidad internacional. Por ello recomendó la inscripción de Marismas Nacionales y Huizache Caimanero en el Registro de Montreux, el cual contiene los nombres de sitios Ramsar que están amenazados y que enfrentan posibles riesgos a su integridad ecosistémica. Este es un ejemplo importante de cómo la participación de la sociedad civil hace la diferencia para la conservación de los sitios Ramsar. AIDA tuvo un rol fundamental en la protección de los humedales mexicanos al presentar la petición para lla visita de Ramsar y fungió como vínculo entre gobierno y otros sectores. En seguimiento al cumplimiento de estas recomendaciones, enviaremos una actualización de la autorización de impacto ambiental a la SCR e iniciaremos acciones legales para hacerlas valer. Estaremos pendientes de que las recomendaciones sean acatadas.

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Se presenta una denuncia al país por violación a los derechos humanos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que podría conducir al Estado de Brasil a una condena internacional. Altamira, Brasil, Washington, DC, — Organizaciones de defensa de las poblaciones del río Xingú en el Amazonas de Brasil, que están amenazadas por la construcción del megaproyecto de hidroeléctrica Belo Monte, demandaron este jueves, 16 de junio, al Estado de Brasil ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de los Estados Americanos (OEA), por las violaciones a los derechos humanos cometidas.  La demanda se presentó después de que Brasil ignoró las medidas cautelares que la CIDH solicitó a ese país el primero de abril, solicitando la suspensión del proyecto de Belo Monte para prevenir violaciones inminentes a los derechos humanos. Las principales críticas a las autoridades del gobierno de Dilma Rousseff son la falta de garantía de procesos de consentimiento libre, previo e informado para las comunidades indígenas, como prevé la Constitución, falta de consulta a las comunidades ribereñas y a la población de Altamira que también se afectará, irregularidades en el proceso de licenciamiento e ineficiencia del sistema judicial brasilero para proteger los derechos. La denuncia enlista a detalle los impactos que afectarán a las poblaciones en la cuenca del río Xingú, incluyendo la destrucción irreversible de un ecosistema irremplazable del que dependen las comunidades, el posible aumento de enfermedades graves como malaria y dengue y el desplazamiento forzado de comunidades indígenas y campesinas. “En el caso de Belo Monte, el sistema de justicia brasileño no funciona y ha cedido ante todas las presiones económicas y políticas del gobierno y del Consorcio de Energía del Norte”, explica Antonia Melo, coordinadora del Movimiento Xingú Vivo para Siempre. “Por eso no hay otra opción que pedir la intervención de la Comisión Interamericana”, añade. Si se acepta la denuncia, se podría ordenar al gobierno de Brasil a reparar los daños, pudiendo encaminar el proceso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, instancia que tiene la capacidad de condenar al país por violaciones internacionales a los derechos humanos. Tras los hechos mencionados y de acuerdo con líderes indígenas, el proyecto Belo Monte ha provocado un ambiente conflictivo en la región de Altamira, incluso con amenazas de muerte hacia algunos de sus integrantes. De acuerdo con José Carlos Arara, cacique de la aldea Arara da Volta Grande, amenazado después del inicio de la demarcación de tierras indígenas Arará, “toda la comunidad también está bajo amenaza – y son los líderes los que sufren más. Estoy preso en mi propio pueblo, no puedo salir de aquí y no tenemos ningún apoyo de la FUNAI [entidad indígenista de Brasil] para garantizar nuestra seguridad”. “La posición del gobierno brasileño frente a Belo Monte es está en contra con la imagen que pretende tener como líder regional y anfitrión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río +20) a celebrarse en 2012”, dijo Astrid Puentes, Co Directora de la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA). “Esperamos que los gobiernos de la región dejen de promover proyectos dañinos para las personas y el ambiente y que busquen un desarrollo sostenible verdadero, basado en el respeto a los derechos humanos”, añadió Puentes. Aunque el gobierno emitió una licencia que permite la construcción de la represa en junio, están en proceso de la justicia brasileña 11 acciones públicas civiles del Ministerio Público Federal contra el proyecto.  “La diplomacia brasileña corre serios riesgos de desprestigio internacional con las actitudes que tiene, esperamos que esto se corrija lo antes posible para demostrar la verdadera voluntad de protección de los derechos humanos de Brasil”, afirma Roberta Amanajás, abogada de la Sociedad Paraense de Defensa de los Derechos Humanos (SDDH), citando el fuerte rechazo del proceso internacional por el gobierno de Rousseff y un voto de censura hacia la OEA aprobado por el Senado en la última semana. 

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