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Foto: Programa de Aceleração do Crescimento.

Poniendo un alto a la implementación de grandes represas en el continente

Mientras más aprendemos, más claro es que las grandes represas no son fuentes de energía sostenible.

Desde las tierras altas de México hasta la cuenca del río Amazonas, megaproyectos hidroeléctricos están agravando el cambio climático, destruyendo ecosistemas clave y amenazando derechos humanos y culturas indígenas.

En octubre de 2016, una investigación de la Universidad del Estado de Washington encontró que, a nivel mundial, los embalses de las represas generan 1,3% de todos los gases de efecto invernadero (¡más que las emisiones de toda Canadá!). Esto confirma el daño que las represas causan en el clima.

Las grandes represas no tienen lugar en un planeta tan cambiante como el nuestro. En tiempos de cambio climático, con sequías intensas, muchos países vulnerables y dependientes de la hidroelectricidad, están enfrentando además escasez de energía. Y a medida que los fenómenos naturales extremos aumentan en todo el mundo, el peligro inherente a las grandes represas, que pueden colapsar, es cada vez más evidente.

En la construcción de Belo Monte, la tercera represa más grande del mundo, hemos visto de primera mano los impactos graves que estos proyectos tienen en los ecosistemas donde son construidos. Hemos sido testigos de la vulneración de derechos que implican para comunidades indígenas y ribereñas, cuya cultura y medios de vida están ligados estrechamente a la naturaleza. 

Pese a ello, en América Latina y en todo el mundo, las grandes represas aún son promovidas como fuentes de energía “limpia y verde”; recibiendo apoyo de iniciativas climáticas nacionales e internacionales.

En parte debido a ese apoyo, más de 3.700 grandes represas están siendo planificadas o construidas actualmente en todo el mundo, y más de 400 de ellas han sido propuestas en la cuenca del río Amazonas, un entorno vital.

En AIDA nos enorgullece ser parte de un grupo que lidera la lucha contra las grandes represas en y fuera de América Latina. 

 


Poniendo el corazón en la protección de los humedales

Los arrecifes de coral son mis humedales favoritos. Son ecosistemas llenos de color, llenos de formas y llenos de vida.  Debajo del agua, mi corazón se llena de paz y de emoción al verme rodeada de tantas formas de vida y tantas especies conviviendo.  Como bióloga marina, he tenido la oportunidad de bucear en varios países y verlos de cerca. De todas esas inmersiones, las que más disfruté fue las que hice —por trabajo y por placer— en las Islas de la Bahía en Honduras, particularmente en Roatán, Utila y Cayos Cochinos. Recuerdo mucho mis buceos en las islas Cayos Cochinos. Estaba recién graduada de la universidad y era voluntaria en el Programa de Evaluación Rápida de Arrecifes del Atlántico y Golfo (AGRRA por sus siglas en inglés). Estaba a cargo de monitorear a los numerosos organismos que viven en o sobre los arrecifes: algas, erizos, langostas y caracoles reina, entre otros. Esa experiencia marcó sin duda mi vida personal y profesional. Desde entonces me propuse proteger estos ecosistemas tan mágicos e importantes para toda la vida en el planeta. Mi contribución actual, como asesora científica de AIDA, es fortalecer desde la ciencia los argumentos legales empleados para proteger éstos y otros sitios en América Latina. Humedales, entornos vitales en riesgo Además de los arrecifes de coral, los humedales —que se caracterizan por la presencia de agua— incluyen lagos y ríos, acuíferos subterráneos, pantanos y marismas, pastizales húmedos; turberas, estuarios y deltas; manglares y pastos marinos. Los humedales son los “riñones” del planeta porque reciclan agua y desechos, retienen sedimentos y nutrientes, reducen la erosión y absorben dióxido de carbono de la atmósfera, mitigando el cambio climático. Sin embargo, se estima que desde 1700 hemos perdido casi el 87% de nuestros humedales y a una velocidad tres veces más rápida que la pérdida de bosques naturales.  Esto ha ocasionado una reducción de la biodiversidad, afectando al 81% de las especies continentales y a un 36% de las especies marinas y costeras.  Entre las mayores amenazas está la contaminación por basura, aguas residuales e industriales; el cambio de uso de suelo; la escorrentía agrícola; la erosión y el cambio climático.  El calentamiento global está incrementando la temperatura de los océanos, elevando el nivel del mar y derritiendo los polos. Y según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), un incremento del 1.5°C en la temperatura global podría acabar con casi el 90% de los arrecifes coralinos del mundo, una pérdida irreversible. Actuando para salvar a los humedales Ante este escenario, se requieren acciones urgentes en diferentes ámbitos, como: Realizar campañas de restauración. Algunos ejemplos incluyen campañas de reforestación de los bosques de manglar y restauración de arrecifes de coral. Declarar áreas protegidas para conservar los humedales y las especies que dependen de ellos.  Desarrollar políticas que permitan el uso racional de los humedales, en donde se priorice la conservación.  Prohibir la destrucción de estos ecosistemas en cualquier tipo de proyecto, turístico, de infraestructura o de desarrollo. Tener plantas de tratamiento de agua y evitar que los drenajes contaminen los humedales.  Cada 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales, conmemorando la firma del Convención Ramsar, el único tratado intergubernamental para su conservación y uso racional. Este año la celebración está enfocada en los humedales frente al cambio climático, una cuestión que nos invita a reflexionar sobre el verdadero valor de los humedales, los servicios críticos que nos brindan y la urgencia de preservarlos. Somos capaces de hacerle frente al ante el cambio climático. Y salvar nuestros humedales puede ser el primer paso para salvar nuestro planeta y a nosotros mismos.  

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Protegiendo Los Humedales: Una Infografía Ramsar

Los humedales están bajo amenaza en todo el mundo debido a cambios en el uso del suelo, la contaminación y el desarrollo no sostenible. La Convención Ramsar es un tratado intergubernamental que trabaja para proteger los humedales más allá de las fronteras internacionales, y aboga por su uso racional. Esta infografía detalla por qué los humedales son tan importantes y cómo el cumplimiento de la Convención Ramsar puede ayudarnos a proteger estos ecosistemas sensible y vitales.    

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