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Foto: Suzanne LivingstoneVictoria: Declaran zona restringida a refugio de tortugas baulas
En mayo del 2008, en dos fallos separados, el Gobierno de Costa Rica adoptó una postura a favor de las tortugas baulas y en contra de los intereses comerciales empeñados en construir dentro del territorio protegido de estas especies en peligro de extinción.
Las tortugas baulas —una especie contemporánea de los dinosaurios— viven en constante peligro en su hábitat costarricense. La mala planificación y la ausencia de un proceso de vigilancia terminaron por destruir las playas de anidamiento en Flamingo y Tamarindo.
Esta vez las empresas constructoras tenían sus mirada puesta en el Parque Nacional Marino las Baulas (PNMB), hábitat protegido de algunas de las playas de anidamiento de tortugas baulas, uno de los más importantes del Océano Pacífico oriental.
Se implementó una reglamentación municipal de zonificación que autorizaría la construcción dentro de una parte del PNMB. No obstante, AIDA y CEDARENA, su socio local, junto con el Leatherback Trust (Fundación de Tortugas Baulas), montaron una exitosa campaña en defensa del parque.
La Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica anuló la reglamentación municipal de zonificación, dejando a salvo a las tortugas baulas y a sus playas de anidamiento. Este fallo vino luego de otra victoria jurídica por parte de AIDA, CEDARENA y Justicia por la Naturaleza, quienes exigimos al gobierno expropiar los terrenos privados que caían dentro de los límites del PNMB y que, de lo contrario, estarían destinados a ser patios de recreo para turistas.
La tortuga baula aún está bajo amenaza por la urbanización turística, la pesca, la caza furtiva, el robo de huevos de tortuga y la contaminación. No obstante, AIDA y sus socios han demostrado que la ley se puede utilizar para hacer cambios importantes.
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Para muchas comunidades, el agua es un recurso escaso y por tanto valioso. El acceso a ese recurso se complica si sus ríos, lagos u otras fuentes de agua son contaminadas o usadas en exceso, riesgos con frecuencia asociados a proyectos mineros cuyos impactos no fueron adecuadamente evaluados antes de ser autorizados. En AIDA queremos contribuir a evitar o minimizar los daños de la actividad minera en el ambiente y las personas. Por ello, con ayuda de científicos y técnicos experimentados, elaboramos una guía con la información mínima que la Evaluación de Impacto Ambiental de un proyecto minero debe tener para que permita analizar a profundidad sus impactos. El documento está dirigido tanto a autoridades como a comunidades y organizaciones de la sociedad civil. Esta guía recomienda que, en todas sus secciones, la Evaluación de Impacto Ambiental de un proyecto minero contenga información detallada que aborde desde los aspectos generales del mismo hasta sus impactos ambientales y sociales, y las medidas para prevenirlos o mitigarlos. Lee y descarga el informe
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La 20ª Conferencia de Estados Parte de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP20) realizada en Lima, Perú, tenía la oportunidad de elaborar un borrador que estableciera bases adecuadas para el nuevo acuerdo climático que será firmado el 2015 en la COP de París. Sin embargo, la conferencia concluyó con un acuerdo poco ambicioso que falló en dos tareas clave: brindar certeza sobre la movilización de fondos para combatir el cambio climático e incluir la protección de los derechos humanos en las acciones climáticas. Para AIDA y otras organizaciones de la sociedad civil, era importante que el acuerdo de Lima determinara un mapa o ruta acerca de cómo y cuándo los gobiernos cumplirán su compromiso de aportar 100 mil millones de dólares por año a partir del 2020 para financiar actividades de mitigación y adaptación al cambio climático. "Los países en desarrollo necesitan saber con certeza con cuánto dinero cuentan y cuál será la fuente del mismo para planificar su lucha contra el cambio climático", señaló Andrea Rodríguez, abogada sénior de AIDA. La conferencia no dio esa certidumbre. Un claro ejemplo es que la parte del acuerdo de Lima referida a las Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional (INDC por sus siglas en inglés) —los aportes concretos de cada país— dejó por fuera los compromisos de financiamiento y adaptación, aspectos clave para los países más vulnerables a los cambios extremos en el clima. El acuerdo de Lima solo incluyó las contribuciones para mitigación. Y, aún en ese tema, el documento no contiene indicaciones específicas sobre el tipo de aportes, su plazo y el carácter obligatorio o no de éstos. Por otra parte, durante la conferencia, AIDA y organizaciones aliadas a nivel global, exhortamos a los Estados parte de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) para que el borrador del nuevo acuerdo incluya lenguaje específico sobre la protección, promoción, respeto y cumplimiento de los derechos humanos en todas las acciones climáticas. Como resultado del esfuerzo colectivo, Filipinas, México y Ghana hicieron llamados específicos para que la decisión adoptada en Lima y el acuerdo a ser aprobado en 2015 incorpore esas referencias. "No hay duda que el cambio climático interfiere con el goce de los derechos humanos. La decisión adoptada en Lima no incorpora una referencia a los derechos humanos, pero trabajaremos arduamente para lograr su plena inclusión en el acuerdo de París, no solo desde el punto de vista formal sino también operativo", señaló María José Veramendi Villa, abogada sénior de AIDA. No todo fue malo. Desde AIDA destacamos que en el marco de la conferencia en Lima, el Fondo Verde Climático haya incrementado sus fondos a 10,2 mil millones de dólares. Resaltamos el impulso de América Latina a ese logro con las acciones adoptadas por países como Perú, Colombia, México y Panamá, quienes a pesar de ser países en desarrollo hicieron el esfuerzo de contribuir. "Aunque todos los aportes son bien recibidos, es importante recalcar que el monto recaudado todavía no cubre las necesidades de financiamiento de los países en desarrollo", indicó Rodríguez. La conferencia también sirvió para conocer las acciones de financiamiento climático de gobiernos y actores no gubernamentales de la región. Así ocurrió en el Día de Financiamiento Climático de América Latina y el Caribe, evento organizado por AIDA y organizaciones aliadas. El evento facilitó un diálogo sobre los avances de la región en la preparación para acceder a recursos, el creciente involucramiento del sector privado en actividades que combaten el cambio climático y las condiciones que ese tipo de apoyo requiere: la certeza jurídica, uno de ellos. También ese día, la sociedad civil compartió sus experiencias sobre transparencia y rendición de cuentas, tareas fundamentales no solo para obtener mayores recursos, sino también para su uso efectivo. AIDA informó sobre la oportunidad que el Fondo Verde del Clima brinda para que los países del continente mejoren la participación pública en el diseño, desarrollo y ejecución de políticas y proyectos climáticos. La participación pública y la preparación son pasos previos y necesarios para acceder a recursos del Fondo. Aun queda mucho por hacer para encontrar soluciones efectivas al cambio climático. ¡Seguiremos contribuyendo al logro de ese objetivo!
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La entidad de gobierno delimitó el 76% del páramo. Sin embargo, anunció que permitirá la continuidad de proyectos mineros que ya tienen título y licencia ambiental. Esto pone en grave riesgo al ecosistema, fuente de agua para casi dos millones de personas. Bogotá, Colombia. Aunque el Ministerio de Ambiente de Colombia realizó una delimitación que protege el 76% del páramo de Santurbán, hizo declaraciones preocupantes sobre el futuro de operaciones mineras a gran escala en la zona. Éstas representan un grave riesgo para el ecosistema y para el agua que éste brinda a casi dos millones de personas, principalmente en las poblaciones de Bucaramanga y Cúcuta. El viernes pasado, el Ministro de Ambiente Gabriel Vallejo informó que 98,954 de las 129,743 hectáreas de superficie de Santurbán quedaron delimitadas como área protegida. No obstante, se negó a informar con claridad si con la medida proyectos de gran envergadura serán o no permitidos en el páramo. El ministro se limitó a señalar que empresas que ya tienen títulos mineros y licencia ambiental continuarán operando en la zona, sujetas a "fuertes controles ambientales", pero no especificó la escala de la actividad, algo relevante debido a la presencia en el lugar de minería a pequeña escala. "El ministro no entregó el acto administrativo de la delimitación y se negó a confirmar si ésta afecta o no al proyecto minero Angostura, o a cualquier otro a gran escala. Es positivo que 98 mil hectáreas queden reconocidas como páramo, pero ese reconocimiento es ineficaz si el gobierno interpreta que las empresas mineras con licencia ambiental tienen derechos adquiridos y pueden permanecer en el lugar", afirmó Carlos Lozano Acosta, abogado de AIDA. Pese a que normas nacionales e internacionales prohíben la minería en páramos, se han otorgado títulos mineros a empresas transnacionales en Santurbán. Entre ellos están los de la compañía canadiense Eco Oro Minerals, la cual pretende construir la mina de oro Angostura en ese ecosistema. Además de ser fábricas naturales de agua, los páramos son refugio de especies endémicas y en peligro de extinción, y ayudan a mitigar el cambio climático al capturar carbono de la atmósfera. "El Ministerio de Ambiente ha sido poco claro en la toma decisiones sobre Santurbán. Exigimos que se respete el agua de dos millones de habitantes y que se haga efectiva la prohibición de minería a gran escala en todo el páramo; seguiremos trabajando y movilizándonos hasta que sea así", dijo Miguel Ramos, del Comité por la Defensa del Agua y el Páramo de Santurbán. Dicho Comité agrupa a más de 40 organizaciones en el departamento de Santander. Desde 2010, ha movilizado a decenas de miles de personas en contra de Angostura y de cualquier proyecto minero a gran escala en Santurbán, para garantizar el agua de las comunidades de la zona. Actualmente y mediante su mecanismo de rendición de cuentas, la Corporación Financiera Internacional (CFI), parte del Grupo del Banco Mundial, realiza una auditoría de su inversión en Angostura con base en una queja presentada por el Comité en junio de 2012. "Pese a la ausencia de una decisión coherente por parte del gobierno sobre la minería a gran escala en el páramo de Santurbán, la CFI, que es accionista en la empresa Eco Oro, tiene que determinar si sus políticas ambientales y sociales le permiten apoyar un proyecto en un ecosistema protegido", sostuvo Kristen Genovese, del Centro de Investigación sobre Corporaciones Multinacionales (SOMO). Según las leyes colombianas, la delimitación es una herramienta para proteger el páramo de las actividades que lo dañan —en particular la minería a gran escala— y no para justificarlas. Ése es el curso de acción al que está obligado el Gobierno colombiano.
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