Cambio Climático


Un enfoque de derechos humanos para abordar el cambio climático

Por María José Veramendi Villa, abogada sénior de AIDA, y Camila Bustos, investigadora de Nivela Unos cuantos días antes del inicio de las negociaciones climáticas en París, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos envió a la 21ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático un documento oficial sobre “entender los derechos humanos y el cambio climático”. Para muchos, la relación entre ambos aún no es clara. ¿No existen ya otros acuerdos internacionales que abordan este tema en profundidad? ¿Cuál es el punto de incluir un lenguaje de derechos humanos en un acuerdo sobre cambio climático? El vínculo entre derechos humanos y cambio climático ha sido reconocido hace mucho tiempo por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el cual ha aprobado varias resoluciones para llamar la atención sobre este asunto. Varios países ya están sintiendo los impactos del cambio climático: aumento del nivel del mar, sequías, sucesos climáticos extremos e inundaciones, entre otros desastres, son cada vez más comunes. América Latina y el Caribe es una de las regiones más vulnerables al cambio climático. A lo largo del continente, personas y comunidades están sufriendo impactos devastadores como el derretimiento de glaciares en los Andes, el aumento de los niveles del mar y la acidificación del océano. Muchos enfrentan el riesgo de perder sus modos de vida tradicionales y ser desplazados. Los impactos del cambio climático en el disfrute de los derechos humanos en América Latina han sido ampliamente documentados por la AIDA en su informe de 2011. Uno de los efectos más dramáticos es la reducción drástica del agua en la región. Para el 2025, el derretimiento de los glaciares, la degradación de los humedales, las sequías intensas y los patrones meteorológicos erráticos limitar el acceso al agua de más de 50 millones de personas en la región Andina tropical. Otros efectos anticipados incluyen inundaciones y cambios en los patrones de lluvia. En Colombia, las inundaciones afectan a más de 2,2 millones de personas y, solo en 2010, generaron pérdidas por 300 millones de dólares. Respecto de la transición a una economía resiliente y baja en carbono, los países ya están trabajando para diseñar e implementar proyectos que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y protejan a los ciudadanos de los impactos del cambio climático. Hacer referencia a los derechos humanos en la sección operativa del acuerdo puede garantizar que los mismos sean tomados en cuenta en el proceso de desarrollo e implementación de políticas climáticas. Esa referencia permitiría: Fortalecer el acuerdo y hacerlo más ambicioso, promoviendo que la implementación del mismo garantice que los Estados partes cumplan sus obligaciones ya existentes en materia de  derechos humanos. Apoyar los objetivos del acuerdo al prevenir la discriminación, exclusión y desigualdad. Las comunidades afectadas tienen que tener voz y voto en las políticas y proyectos destinados a ayudarlas. Evitar la creación de obligaciones adicionales, pero asegurar coherencia en el régimen internacional. Los Estados partes ya están obligados a cumplir con otros instrumentos de derechos humanos, incluyendo la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A medida que el mundo vuelca su atención en París, no podemos olvidarnos de humanizar el cambio climático. Debemos recordar que aquello que contribuyeron menos al problema son y continuarán siendo los más afectados. Si queremos asegurar un planeta habitable para las generaciones futuras, el nuevo acuerdo climático debe incluir el respeto, protección, promoción y cumplimiento de los derechos humanos. Exhortamos a todos los Estados partes, y especialmente a aquellos de América Latina, a que apoyen la inclusión de protecciones de los derechos humanos en el acuerdo.

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Financiamiento climático en Latinoamérica y el Caribe: Del acuerdo global a la acción nacional

El Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC), E3G y la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA) dieron a conocer hoy varias de las acciones que se realizan en países de la región con miras a financiar la implementación de las contribuciones nacionales tentativamente determinadas —conocidas como INDCs por sus siglas en inglés—, que son los compromisos que los países hicieron este año para combatir el cambio climático. París, Francia. En una rueda de prensa organizada en el marco de la COP21, las organizaciones resaltaron tres pilares clave del financiamiento climático como herramienta para implementar acciones transformacionales en la región: estrategias nacionales de financiamiento para movilizar diferentes recursos financieros públicos y privados, el Fondo Verde del Clima como mecanismo fundamental para financiar acciones climáticas en Latinoamérica; y la importancia de la transparencia, la medición, reporte y verificación del financiamiento climático. Marcela Jaramillo, asesora política de E3G, resaltó  la necesidad de identificar prioridades de inversión en el contexto local y en el marco de los procesos nacionales para definir medidas para el apalancamiento de recursos que soporten la implementación de las INDCs. E3G ha venido trabajando con México, Chile y Colombia. “México y Chile vienen adelantando el proceso de planeación estratégica para la movilización de recursos, privados y públicos, nacionales e internacionales, para la implementación de sus INDCs; Chile, por ejemplo, espera tener su estrategia de financiamiento lista para el 2018”, dijo Jaramillo. Señaló además que existen esfuerzos en la región para alinear las agendas nacionales e internacionales. “Colombia está trabajando en una iniciativa que busca unir las agendas de cambio climático y desarrollo sostenible junto con sus prioridades nacionales en la construcción de paz y desarrollo rural”. Aunque cada país tiene un contexto diferente que debe ser entendido y reflejado en su estrategia, “la alineación con las políticas nacionales, así como la generación de un diálogo entre el sector público y privado son elementos fundamentales para la movilización de recursos y el logro de impactos duraderos”, agregó. Andrea Rodríguez, abogada sénior de AIDA, dijo que los países de América Latina necesitarán recursos financieros para implementar los compromisos climáticos establecidos bajo la Convención. Dichos recursos, resaltó, deben ser suficientes para permitir estrategias de financiamiento climático a corto, mediano y largo plazo. El Fondo Verde del Clima, indicó Rodríguez, “es una buena opción para acceder a recursos financieros que permitan implementar proyectos y programas en países latinoamericanos, particularmente para aquellos cuyos planes sean ambiciosos y estén enfocados en lograr un desarrollo bajo en carbono y resilientes al clima”. Finalmente, Sandra Guzmán, Coordinadora General del GFLAC, afirmó que una pieza clave que tendría que ser transversal en el Acuerdo de París, particularmente en el tema de financiamiento, es la transparencia. “Este elemento es fundamental para aumentar la confianza entre los países donantes y países receptores. En ese sentido, la construcción de mecanismos de medición, reporte y verificación (MRV) para financiamiento son esenciales, pues de ello depende conocer la cantidad exacta de recursos que se promete, se transfiere, se asigna, y sobre todo la forma en la que este recurso se utiliza; de ese modo es posible garantizar que el financiamiento cumpla con los objetivos de mitigación y adaptación”. Guzmán enfatizó que de 25 países que presentaron sus INDCs en la región sólo dos incluyen MRV y sólo Colombia está en proceso de construcción del mismo. Por ello el GFLAC trabaja en 9 países para apoyar el mejor entendimiento de las necesidades y oportunidades de financiamiento. La combinación de los tres pilares a los que las organizaciones hicieron referencia es fundamental para avanzar en la agenda climática a nivel nacional en Latinoamérica y el Caribe. Un acuerdo ambicioso en París promovería resultados más efectivos en cada una de estas áreas y generaría mayor ambición en la transformación de los modelos de desarrollo.

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Diez razones por las que las iniciativas climáticas no deberían incluir grandes proyectos hidroeléctricos

Un Manifiesto de la Sociedad Civil[i] para el Apoyo de Soluciones Climáticas Reales Los grandes proyectos hidroeléctricos a menudo se propagan como una fuente "limpia y verde" de electricidad por las instituciones financieras internacionales, gobiernos nacionales y otros actores. Éstos se benefician enormemente de los instrumentos destinados a hacer frente al cambio climático, incluidos los créditos de carbono bajo el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), créditos de los Fondos de Inversión Climática del Banco Mundial, y de condiciones financieras especiales de agencias de crédito a la exportación y bonos verdes. La industria de las grandes represas espera que el Fondo Verde Climático incluya dentro de sus proyectos a financiar a las grandes hidroeléctricas, y muchos gobiernos los impulsan como respuesta al cambio climático a través de iniciativas nacionales. Por ejemplo, al menos doce gobiernos con importantes sectores de hidroeléctricas han incluido la expansión de la generación de energía hidroeléctrica en sus informes de contribuciones previstas y determinadas a nivel nacional (INDC, por sus siglas en inglés).   El apoyo de iniciativas climáticas es una de las razones por las que más de 3.700 represas hidroeléctricas se encuentran actualmente en construcción y en proyecto. Sin embargo, los grandes proyectos hidroeléctricos son una falsa solución al cambio climático. Deberían mantenerse fuera de las iniciativas climáticas nacionales e internacionales por las siguientes razones:   Particularmente en las regiones tropicales, los embalses hidroeléctricos emiten cantidades significativas de gases de efecto invernadero. Según un estudio científico, el metano de los embalses representa más del 4% de todo el cambio climático causado por el hombre - comparable con el impacto climático del sector de la aviación. En algunos casos, los proyectos hidroeléctricos están produciendo más emisiones que las plantas a carbón generando la misma cantidad de electricidad.   Los ríos eliminan alrededor de 200 millones de toneladas de carbono de la atmósfera cada año. Además, los sedimentos que los ríos como el Amazonas, el Congo, el Ganges y el Mekong llevan al mar alimenta el plancton que absorbe grandes cantidades de carbono. Los proyectos hidroeléctricos y otras represas interrumpen el transporte de sedimentos y nutrientes y afectan la función de los ríos como sumideros globales de carbono.   Las represas hidroeléctricas hacen que los sistemas de agua y energía sean más vulnerables frente al cambio climático.  La seguridad de las represas se ve amenazada por inundaciones sin precedentes, que tan solo en los EE.UU. han causado que más de 100 represas fallen desde 2010.  La construcción de represas ha exacerbado los desastres causados por las inundaciones en zonas montañosas frágiles como Uttarakhand/India. Al mismo tiempo, los riesgos económicos de la energía hidroeléctrica aumentan por las seguías extremas, que han afectado enormemente a países desde África hasta Brasil, que dependen de represas para generar la mayor parte de su electricidad.   A diferencia de la mayoría de los proyectos eólicos, solares y de micro-hidroeléctricas, las grandes represas causan daños graves y a menudo irreversibles a ecosistemas críticos. Debido a la construcción de represas y otros factores, los ecosistemas de agua dulce han perdido en promedio el 76% de sus poblaciones desde 1970, más que los ecosistemas terrestres y marinos. Construir más represas para proteger a los ecosistemas del cambio climático significa sacrificar las arterias del planeta para proteger sus pulmones.   Los grandes proyectos hidroeléctricos causan serios impactos en las comunidades locales y a menudo violan los derechos de los pueblos indígenas a sus tierras, territorios, recursos, gobernanza, integridad cultural y consentimiento libre, previo e informado. Las represas han desplazado entre 40 y 80 millones de personas y han afectado negativamente a un estimado de 472 millones de personas viviendo río abajo. La resistencia de las comunidades afectadas por represas a menudo se ha topado con graves violaciones a los derechos humanos.   Los grandes proyectos hidroeléctricos no siempre son una herramienta eficaz para ampliar el acceso de energía hacia la gente pobre. A diferencia de la energía eólica, solar y las micro-hidroeléctricas, las grandes represas hidroeléctricas dependen de redes eléctricas centralizadas, que no son una herramienta costo-efectiva para llegar a las poblaciones rurales, particularmente en África al sur del Sahara y el Himalaya. Los grandes proyectos hidroeléctricos son a menudo construidos para satisfacer las demandas de proyectos mineros e industriales, a pesar de justificarse por las necesidades de los pobres.   Incluso si fueran una buena solución por otras razones, los grandes proyectos hidroeléctricos son costosos y requieren de demasiado tiempo como para hacer frente a la crisis climática. En promedio, las grandes represas terminan costando 96% más de lo presupuestado y tardan 44% más de lo pensado. En comparación, los proyectos eólicos y solares se pueden construir más rápido y experimentan, en promedio, sobre costos de menos de 10%.   A diferencia de la energía eólica y solar, la energía hidroeléctrica ya no es una tecnología innovadora, y no ha visto grandes avances técnicos en varias décadas. A diferencia de la energía solar, el financiamiento climático para los grandes proyectos hidroeléctricos no traerá economías de escala, y no fomenta la transferencia de nuevas tecnologías a los países del Sur.   La energía solar y eólica ya están disponibles, son económicamente competitivas, y han superado a las grandes hidroeléctricas en la adición de capacidad nueva. Mientras las redes eléctricas se vuelven más inteligentes y el costo de almacenamiento en baterías cae, ya no se necesitan nuevos proyectos hidroeléctricos para equilibrar las fuentes intermitentes de energía renovable.   Los proyectos hidroeléctricos actualmente representan el 26% de todos los proyectos registrados en el MDL, y absorben una importante cantidad de apoyo de otras iniciativas climáticas. El financiamiento climático que va para grandes proyectos hidroeléctricos desplaza el apoyo a soluciones reales, como la eólica, la solar y la micro hidroeléctrica, y crea la ilusión de acción real por el clima. La inclusión de las grandes hidroeléctricas en iniciativas climáticas parece anular falsamente la necesidad de soluciones climáticas adicionales reales. Por estas razones, las organizaciones y personas abajo firmantes piden a los gobiernos, financistas y demás instituciones mantener a los grandes proyectos hidroeléctricos fuera de sus iniciativas para abordar el cambio climático. Todas las soluciones climáticas y de energía deben respetar los derechos y medios de vida de las comunidades locales. [i] Amazon Watch, Asia Indigenous Peoples Pact, Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente, Bianca Jagger Human Rights Foundation, Carbon Market Watch, International Rivers, Jeunes Volontaires pour l'Environnement International, Oxfam International, South Asia Network on Dams, Rivers and People; Urgewald; REDLAR y Movimiento Ríos Vivos.

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La COP21 de París arranca y la esperanza de un buen acuerdo climático crece

La 21ª Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático inició en París, Francia. La cita es clave pues de ella debe salir un nuevo y efectivo acuerdo climático global. Al expectativas en torno a esa meta son cada vez grandes. Los Estados parte de la Convención, cuyos líderes y representantes están reunidos, tienen la oportunidad de mostrar su compromiso y disposición real para combatir el cambio climático y adoptar las medidas necesarias para asegurar un mejor planeta para las generaciones presentes y, sobre todo, las futuras. La COP21 tiene en sus manos la tarea de finalizar el “paquete climático” de París, el cual contiene un borrador del nuevo acuerdo climático y una serie de decisiones a ser consideradas y adoptadas luego por la COP.   Ambos componentes son vitales para asegurar la implementación adecuada de la Convención, un instrumento importante que si bien ha logrado poner la problemática del cambio climático sobre la mesa, aún requiere acciones claras para concretar su cumplimiento.  ¿Cuál es la dinámica de trabajo? Durante la primera semana, las y los negociadores trabajarán en el grupo de la Plataforma de Durban para la Acción Reforzada (ADP). Este grupo tiene el mandato de desarrollar un instrumento legal y vinculante que funcione bajo la Convención y sea aplicable a las Partes de la misma. Las negociaciones tendrán lugar en grupo de trabajo. Se tiene previsto que las discusiones en grupo terminen el sábado 5 de diciembre. Ello dará paso a la preparación del borrador final del acuerdo y de las decisiones del “paquete climático” para que sean considerados por la COP en la segunda semana de la Conferencia. ¿Qué esperamos lograr en París? Para AIDA dos son las tareas centrales que la COP21 debe lograr: Clarificar los compromisos relacionados con el financiamiento climático después de 2020. Incluir lenguaje específico de respeto, garantía, protección y promoción de los derechos humanos en todas las acciones climáticas en el preámbulo del Acuerdo de París y en el Artículo 2, referente a los Objetivos del Acuerdo. Financiamiento climático   Es el elemento fundamental para asegurar que los compromisos establecidos tanto en el Acuerdo de París como en la misma Convención, sean una realidad. En ese sentido, la sección de financiamiento climático debe contener los siguientes elementos clave: Claridad sobre qué países deben movilizar recursos nuevos y adicionales a partir del 2020. También será importante recalcar el rol de aquellos países en desarrollo que aunque no tienen la obligación de otorgar financiamiento, están en la posición de hacerlo y pueden contribuir a un mayor financiamiento climático.  Compromisos claros para incrementar el financiamiento climático. Una escala de financiamiento para lograr los objetivos esperados. Claridad sobre las fuentes del financiamiento, asegurando que las mismas respondan a métodos claros y transparentes que permitan su contabilización y uso efectivo. Una meta colectiva a corto plazo que muestre avances. Claridad sobre los arreglos institucionales necesarios para entender qué mecanismos se utilizarán para canalizar los recursos. Será importante fortalecer aún más el rol que actualmente juega el Fondo Verde del Clima para asegurar que su financiamiento contribuya a proyectos y programas que promuevan cambios reales, transformadores, bajos en carbono y resilientes al clima. Ciclos de contribuciones financieras, tiempos y periodos de verificación de los mismos. El financiamiento climático es fundamental para avanzar en el cumplimiento de la agenda climática. Dar certeza y claridad sobre este componente es primordial para alcanzar las metas establecidas y lograr cambios paradigmáticos a corto, mediano y largo plazo. Derechos humanos La protección y promoción de los derechos humanos es vital para combatir el cambio climático. En ese sentido, el éxito del Acuerdo de París depende de que ese elemento sea integrado transversalmente en su texto y, particularmente, en su objetivo. Un acuerdo climático con un lenguaje de derechos humanos ayudaría a: Subir la ambición del Acuerdo y fortalecer sus metas, promoviendo una mejor implementación, dado que la perspectiva de derechos humanos puede recordarle a los Estados las obligaciones que ya tienen. Clarificar las responsabilidades de los Estados y de otros actores en la lucha contra el cambio climático y aumentar la coherencia de las políticas públicas relacionadas con el tema. Esto brinda la oportunidad de avanzar y de aportar lecciones aprendidas, evitando la duplicación  o creación de nuevas obligaciones. Definir una pauta clara y aceptable para evitar mayores conflictos socioambientales en el futuro.  Al tener un marco jurídico homogéneo de reconocimiento de los derechos humanos, será posible mejorar la gestión del agua, los alimentos y la tierra, algo que afecta especialmente a los países de América Latina.  La COP21 en París es un momento histórico en el que la humanidad tiene la oportunidad de consolidar los avances sustanciales logrados al momento en la lucha contra el cambio climático. ¡Sigue nuestro trabajo en la COP21!

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Por la salud y vida de mis hijos: DEBEMOS incluir los derechos humanos en el nuevo acuerdo climático

Texto publicado originalmente en IntLawGrrls Los seres humanos hemos causado el cambio climático, una amenaza real a nuestra especie que requiere por tanto de soluciones humanas. También y a pesar de la evidencia inminente, hemos perdido tiempo valioso en discusiones eternas sobre la existencia del cambio climático. Nuestros esfuerzos para alcanzar soluciones tienen que ser ambiciosos e incluyentes si queremos garantizar protección para la vida y el bienestar de todas las personas. Cómo incluir los derechos humanos en el texto de negociación del nuevo acuerdo climático fue uno de los temas más arduos durante las rondas de negociación en Bonn, Alemania. El nuevo acuerdo será firmado este diciembre en la 21ª Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París. En Bonn, la protección de los derechos humanos fue dejada de lado en el no-texto presentado por los copresidentes y luego, incluido nuevamente ante la insistencia de varios países, muchos del Sur Global, y de cientos de organizaciones de la sociedad civil, incluyendo AIDA. Podría escribir una larga lista de argumentos jurídicos, éticos, políticos y económicos por los cuales los derechos humanos deben ser incluidos en el acuerdo de París. Sin embargo, para mí, todo se resume a dos poderosos argumentos: ¡Mi hijo y mi hija! De cuatro y casi dos años, ellos ya están viviendo los impactos del cambio climático. Algunos días, por ejemplo, no pueden ir al parque por el aumento de los niveles de contaminación del aire en la Ciudad de México con carbono negro y ozono, dos de los contaminantes vinculados con el cambio climático. Desafortunadamente, lo peor aún está por venir: huracanes, sequías, inundaciones, incendios y pérdida de glaciares, todos fenómenos en aumento. Ahora la pregunta no es si mis hijos van a sufrir los impactos del cambio climático, sino en qué medida. Algunos pueden decir que exagero y que mis hijos no están entre los más afectados (indígenas o habitantes de países insulares y zonas costeras). Tienen razón. Muchas otras personas están sufriendo, y continuarán sufriendo, consecuencias aún peores. Es el caso de los indígenas Kuna en Panamá, quienes están perdiendo sus tierras debido al aumento del nivel del mar; los 62 millones de personas de los 52 Pequeños Estados Insulares, incluyendo Tuvalú y Barbados; los 70 millones de personas de la Región Andina, cuya agua depende de los glaciares y  páramos que en dos o tres décadas podrían desaparecer a causa del cambio climático. A pesar de la evidente urgencia, las respuestas son vergonzosamente lentas. Naciones Unidas anunció hace poco que los actuales compromisos nacionales no son suficientes para evitar que la temperatura del planeta supere los 2ºC para el 2100, cuando mis hijos tendrán 89 y 87 años. Entonces, ¿cómo podemos acelerar los acuerdos, incrementar el nivel de ambición, y cerrar la brecha entre lo que se necesita y lo que Estados y otros sectores tomadores de decisiones prometen? Los derechos humanos son una parte importante de la respuesta. Pueden ayudar a: Reconocer las realidades del cambio climático y su impacto en el disfrute de los derechos humanos de todas las personas, especialmente aquellas en situación de vulnerabilidad. Recordar a los Estados sus obligaciones de proteger y respetar los derechos humanos. Estas obligaciones son compartidas con empresas y entidades internacionales. La incorporación de los derechos humanos en el acuerdo climático no creará nuevas obligaciones. Nos permitirá, en cambio, ser consistentes y cumplir los compromisos existentes. Evitar un mayor riesgo para la estabilidad mundial que ha sido vinculado con el cambio climático por impactos como la competencia por recursos naturales locales, la inseguridad de modos de vida, la migración, eventos y desastres climáticos extremos, la volatilidad de los precios de los alimentos, el manejo del agua transfronteriza, el aumento del nivel del mar, la degradación costera y los efectos no previstos de las políticas climáticas. Promover soluciones efectivas como el replanteamiento de nuestra energía. Ese tipo de soluciones no han sido alcanzadas aún debido a la falta de ambición y voluntad política. Por los derechos de mi hijo, mi hija, y los millones de niños y niñas del mundo, debemos aceptar que el cambio climático es una cuestión de derechos humanos. Por la salud de las futuras generaciones y de quienes ya están sufriendo los impactos del cambio climático, debemos hacer todo lo que podamos para brindar soluciones efectivas. Es momento de tomar la crisis climática con seriedad.  El acuerdo climático que salga de París debe incluir la protección de los derechos humanos en su preámbulo y en su parte operativa. Solo entonces, cuando exista un respeto general por los derechos de todas las personas, se comenzarán a ver los resultados que necesitamos en la lucha contra el cambio climático. De no ser así, estaremos atrapados en negociaciones miopes que no le darán a mis hijos la esperanza de una vida saludable y digna. Ellos no podrán ir a jugar al parque ni disfrutar del mundo fuera de nuestra puerta. Y quienes viven situaciones más vulnerables quedarán sin ningún refugio a dónde ir.

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Seminario virtual: El Fondo Verde del Clima Aprueba sus Primeros Programas y Proyectos a Financiar

La Junta Directiva del Fondo Verde del Clima (FVC) se reunió por onceava ocasión del 2 al 5 de noviembre en Livingstone, Zambia. Fue una de las citas más importantes y esperadas del año ya que, en vísperas a la COP21, se aprobaron las primeras propuestas de programas y proyectos a ser financiadas por el Fondo. Además de respaldar ocho propuestas a financiar, la Junta discutió temas orientados a la operación efectiva del FVC. Entre ellos están los referidos al Marco de Monitoreo y Rendición de Cuentas, el plan estratégico del Fondo, el Programa de Ayuda a la Preparación o readiness support y a la designación de nuevos miembros de la Junta Directiva para los próximos tres años. ¿Qué propuestas de proyectos y programas fueron aprobadas? ¿Qué aportes se hicieron al Marco de Monitoreo y Rendición de Cuentas? ¿Qué se espera del plan estratégico del Fondo? En este seminario virtual, representantes de gobierno, del Secretariado del Fondo Verde del Clima, de entidades acreditadas y de la sociedad civil respondieron a ésas y otras preguntas. También hicieron un análisis puntual sobre las decisiones adoptadas por la Junta Directiva del Fondo. Grabación Presentaciones Resumen Consúltalo aquí. 

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Reducir los contaminantes climáticos de vida corta: Salvavidas en tiempos de cambio climático

Están a tu alrededor: el aire acondicionado colgado en la ventana de tu vecino, el carbón alimentando tu parrilla, el humo negro saliendo del camión que pasa, e incluso las vacas disperas en los campos fuera de la ciudad. Estos aspectos de tu vida diaria son solo algunas de las fuentes de los contaminantes climáticos de vida corta (CCVC). Al ser emitidos, los CCVC calientan la atmósfera. Pero, comparados con el dióxido de carbono, tienen una vida útil relativamente corta. En consecuencia, su mitigación efectiva podría brindar un chaleco salvavidas en las aguas turbulentas del cambio climático. Es por ello que vale la pena considerar a los CCVC cuando el mundo se mueve rápidamente hacia un nuevo acuerdo climático global, el cual será firmado en la 21ª Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC). La reunión en París este diciembre será la cita más importante de las negociaciones climáticas globales desarrolladas hasta ahora, ya que el nuevo acuerdo que saldrá de ella nos podría ayudar a salir del dilema planetario en el que estamos metidos. La tarea es difícil. Llevamos 20 Conferencias y ninguna ha logrado avances sustanciales. Las emisiones contaminantes suben cada año, salvo por la radiante excepción de los años 2008 y 2009, cuando las emisiones bajaron por la crisis económica mundial (y no por voluntad humana de sobrevivencia). A veces cuesta mantener la esperanza, pero en AIDA no la perdemos. ¿Qué son los CCVC? Estos contaminantes son el carbono negro, el ozono troposférico, el metano y los hidrofluorocarbonos (HFC). Cada uno de ellos es diferente, pero comparten dos características principales: son contribuyentes importantes al calentamiento global; y, una vez emitidos, permanecen muy poco tiempo en la atmósfera. El segundo rasgo es el que nos debe llamar la atención si buscamos mitigar el cambio climático en el corto plazo. A diferencia de los CCVC, el dióxido de carbono (CO2) puede permanecer en el aire por siglos. Ello significa que incluso si hoy detuviéramos todas sus fuentes de emisión, el CO2 ya emitido seguiría calentando la atmósfera por muchísimo tiempo.    ¿De cuánto estamos hablando? El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (PICC) estima que los CCVC son responsables de más del 30% del calentamiento global. Estudios más recientes dan cuenta que ese porcentaje ronda entre el  40 y 45%. Mitigar el CO2,, responsable de la mayor parte del efecto invernadero, es esencial para mantener el equilibrio climático de la tierra en el largo plazo. Pero la oportunidad que ofrece la mitigación de los CCVC es mucho más inmediata. Ventajas de reducir los CCVC La conveniencia de reducir los CCVC es mayor si tenemos en cuenta que además de calentar la atmósfera, estos contaminantes causan otros problemas que afectan directamente a los entornos naturales y a la salud humana. El carbono negro y el ozono troposférico, por ejemplo, son la causa detrás de millones de muertes prematuras cada año, al aumentar el riesgo de males respiratorios y cardiacos. También dañan el rendimiento de los cultivos, por lo que su control ayudaría a mejorar la seguridad alimentaria a nivel mundial. ¿Y qué dice la Convención? La Convención y su Protocolo de Kioto no reconocen a los CCVC como concepto, aunque el Protocolo sí incluye al metano y a los HFC dentro de los gases de efecto invernadero que busca combatir. Pero esa falta de reconocimiento podría cambiar con el nuevo acuerdo climático que se prevé adoptar en la COP21 de París en diciembre. El acuerdo vigente incluye una lista de gases contaminantes específicos que los Estados deben reducir. Con el nuevo acuerdo, en cambio, los países decidirán libremente qué gases incluir en sus metas de mitigación. México ha dado un ejemplo notable en ese sentido al comprometerse, mediante sus Contribuciones Nacionales Previstas y Determinadas (INDCs por sus siglas en inglés), a reducir de manera no condicionada 51% del carbono negro hasta el 2030. Dicho porcentaje podría subir al 70% con ayuda internacional. Manos a la obra En AIDA trabajamos para informar a los gobiernos de las medidas que pueden tomar para reducir efectivamente los contaminantes climáticos de vida corta en sus países. Abogamos por la adopción de soluciones cuya eficiencia ya ha sido probada en varios lugares del mundo. Para ello, estamos elaborando un informe que revisará la situación actual de la regulación referente a esos contaminantes en tres países de América Latina: Brasil, Chile y México. Esperamos que ello permita avanzar hacia un mejor abordaje de los CCVC en estos países para luego continuar trabajando en toda la región. ¡Encuentra AQUÍ mayor información sobre los CCVC!

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Las 6 cosas que debes saber sobre las negociaciones climáticas en París 2015

Comunidades en toda América Latina y el mundo entero están enfrentando los severos efectos del cambio climático. A medida que las inundaciones destruyen formas de vida ancestrales y las sequías amenazan la supervivencia de las comunidades, se hace cada vez más evidente la urgencia de que los líderes mundiales actúen. Bajo estas circunstancias apremiantes, líderes del mundo se reunirán este diciembre en París para celebrar la COP21, una reunión de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que será un parteaguas. Se espera que esta conferencia dé como resultado un nuevo acuerdo global que, esperamos, cree las condiciones para generar una economía más resiliente al cambio climático y con menos emisiones de carbono. Andrea Rodríguez, abogada del Programa de Cambio Climático de AIDA, ha dado seguimiento a algunos elementos clave de las negociaciones climáticas y brindado información y análisis a los creadores de las políticas y a organizaciones de la sociedad civil en todo el continente americano. Con el fin de prepararte para la avalancha de noticias que saldrán de la COP21, hemos pedido a Andrea que nos responda algunas preguntas: ¿Qué es la COP21? La reunion de París será la vigésimoprimera sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, también conocida como la CMNUCC.  Los líderes del mundo se reunirán con el objetivo de firmar un nuevo acuerdo climático global.  La meta primordial de este acuerdo será reducir las emsiones de efecto invernadero y limitar el aumento de la temperatura global a 2° C por encima de los niveles pre-industriales, para que podamos adaptarnos a los nuevos cambios del clima. ¿Por qué es tan importante esta conferencia? El cambio climático es un problema global que requiere soluciones globales.  No importa lo que los gobiernos hagan, si no trabajan en colaboración y toman acciones conjuntas, nunca vamos a lograr brindar una solución efectiva.  Por eso es crucial que exista un espacio global que coordine lo que los países hacen para enfrentar el problema. El tratado global del cambio climático existe desde hace más de 20 años.  Lo que necesitamos de la COP21 es una guía más detallada para garantizar su efectiva implementación.  Si no brindamos claridad con respecto a los pasos exactos que tomaremos para reducir las emisiones de manera oportuna, estamos arriesgando el futuro mismo del planeta. ¿Cuáles son los aspectos clave que AIDA sigue? AIDA da seguimiento a dos componentes clave en el desarrollo de un nuevo acuerdo climático: el financiamiento climático y la protección de los derechos humanos en actividades relacionadas con el clima. Financiamiento climático se refiere a los fondos que se otorgarán a países en desarrollo, que generalmente son los menos responsables y los más impactados por el cambio climático, para que implementen acciones efectivas para enfrentar el cambio climático.  La COP21 necesita ofrecer claridad con respecto a los aspectos específicos de dicho apoyo: ¿cuándo y cómo se entregarán los fondos y de dónde provendrá el dinero?  Ya se acordó una base de $100 mil millones de dólares anuales para el 2020.  Pero ¿cómo garantizaremos que se cumpla esa meta y que siga creciendo?  Y, una vez que se distribuyan los recursos, deben existir mecanismos para garantizar que esos recursos se apliquen de manera adecuada y efectiva.  AIDA también está presionando a los gobiernos para que incorporen protección a los derechos humanos en el acuerdo, puesto que el cambio climático afecta directamente los derechos humanos.  Necesitamos generar amplia conciencia de las dimensiones de los derechos humanos que el cambio climático conlleva.  Eso incluye incorporar lenguaje específico para garantizar la protección de los derechos humanos en todas las acciones climáticas.  Cuando los gobiernos o instituciones planeen proyectos, programas y estrategias enfocadas al clima, también deben considerar cómo esos proyectos afectarán a la gente y sus derechos humanos. ¿Qué significará el acuerdo para los gobiernos? Los gobiernos del mundo necesitan empezar a ver hacia adentro.  Deben hacer un análisis interno para ver qué tienen y qué necesitan, para asegurar que puedan implementar el acuerdo estratégicamente.  Para que un país pueda comprometerse a actuar, primero debe asegurarse de tener la capacidad institucional y los medios para lograrlo. ¿Qué significará para la gente común? El acuerdo climático es un compromiso político, pero definitivamente tendrá repercusiones a nivel local, ya que influirá sobre las políticas nacionales.  Si los líderes pueden crear un acuerdo efectivo, verás al gobierno de tu país cambiar hacia desarrollos de bajas emisiones y mayor resiliencia al clima.  Habrá mejores regulaciones locales, y comenzarás a ver mejoras en las políticas, y eventualmente más acciones resilientes al clima en tu propia comunidad.  Serás menos vulnerable a los efectos del cambio climático. ¿Cómo puede la gente común involucrarse en este tema? Puedes comenzar por exigir más a tu gobierno.  El cambio climático es una lucha política, y tu voz puede ayudar a influir en los resultados.  Investiga qué es lo que tu gobierno quiere y cuáles son sus expectativas; puedes comenzar por familiarizarte con la  Contribución Nacionalmente Designada (INDC por sus sigles en inglés) en tu país.  Después organízate para presionar a tu gobierno para tomar una postura más proactiva. Familiarízate con  el financiamiento climático, y sigue las negociaciones, y ayuda a informar a otros compartiendo nuestro trabajo. Es nuestra tarea como ciudadanos responsabilizar a nuestros gobernantes, y hacer nuestra parte por defender este hermoso planeta tanto como podamos.

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Cambio Climático, Derechos Humanos

Derechos del ambiente: el Papa está de nuestro lado

En su discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas hoy en Nueva York, el Papa Francisco instó apasionadamente por la defensa del ambiente, proclamando que el mundo natural debe tener los mismos derechos y protección que la humanidad. El Papa insistió en el “derecho del ambiente”, porque, según el Sumo Pontífice: “los seres humanos somos parte del ambiente. Vivimos en comunión con él, porque el mismo ambiente comporta límites éticos que la acción humana debe reconocer y respetar. (…) Cualquier daño al ambiente, por tanto, es un daño a la humanidad. (…) Para todas las creencias religiosas, el ambiente es un bien fundamental”. El Papa también proclamo el carácter fundamental del esfuerzo contra el cambio climático que requiere acciones concretas y efectivas. Este esfuerzo tendrá un momento decisivo este diciembre en la Conferencia de París donde gobiernos de todo el mundo se darán cita para decidir las acciones globales ante la crisis climática. El Papa declaró: "Confío también que la Conferencia de París sobre cambio climático logre acuerdos fundamentales y eficaces”. En la Asamblea de Naciones, con presencia de dirigentes y representantes de los pueblos del mundo, el Papa agregó: “El mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural”. Este discurso histórico es un hito en la lucha por la defensa del ambiente y en contra de la crisis climática. Es un impulso más para todos los días seguir luchando por la preservación de la biodiversidad, de los ecosistemas, del agua dulce, del equilibrio de este planeta, creación maravillosa que los humanos compartimos con otras formas de vida. En AIDA todos los días luchamos por defender el derecho a un ambiente sano en las Américas, y en nuestro programa de Cambio Climático acompañamos y apoyamos los procesos de negociación y decisión ante la crisis climática.  Mientras la humanidad y el ambiente sufran por causa del desarrollo irresponsable, continuaremos nuestra lucha por la defensa del ambiente.

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