Lecciones de Fortaleza y Solidaridad del Terremoto en la Ciudad de México
Segundos antes de las 13:15 del martes 19 de septiembre, la Tierra nos recordó lo frágil que es la vida. En cuanto se sintió el primer movimiento y la alerta sísmica confirmó lo que pasaba, el equipo en la oficina de Ciudad de México suspendimos una llamada con personas en cinco países y salimos a la calle. Las palabras son insuficientes para describir el cúmulo de emociones que nos inundarían las siguientes horas y días. Sentimos miedo y alegría, ansiedad y solidaridad, nerviosismo y esperanza. Apenas dos horas antes, participamos en el simulacro en honor a las víctimas del terremoto de hace 32 años exactamente. Si bien para algunos habitantes de la Ciudad de México estos ejercicios son un protocolo repetitivo, en AIDA lo seguimos siempre pues estamos integrados por talentos de toda América Latina, algunos de ellos de regiones donde no hay sismos. Gracias a eso, supimos qué hacer. Como pudimos, nos encontramos en el punto de reunión. Nos tranquilizó ver que los equipos de AIDA y de CEMDA —con quienes compartimos instalaciones— estaban bien. La calma nos duró poco, pues fueron llegando informes de calles cercanas. Derrumbes, fugas de gas, cortes de luz y de comunicación. La ciudad suspendió actividades. La gente que podía se volcó a ayudar. Las calles donde hubo daños se inundaron de ríos de voluntarios. Astrid Puentes, codirectora de AIDA, dio refugio al equipo que, como pudo, regresó a sus hogares al final de la tarde. Lamentablemente, los daños dejaron inhabitable la casa donde se hospedaba una de nuestras pasantes. Estos han sido días difíciles. Las actividades de AIDA se vieron afectadas porque nuestro equipo formó parte de las labores de ayuda. Vimos tantas muestras de solidaridad que, a pesar de la tragedia, la humildad y confianza de los y las mexicanas nos despierta una fuerza esperanzadora que jamás habíamos sentido. No existió oficio que no pudiera auxiliar en algo. Hemos visto mujeres y hombres terapeutas, abogados, motociclistas, cocineros, herreros, arquitectos, albañiles, periodistas, payasos ofreciendo sus conocimientos a una sola causa: ayudar a otras personas, las conozcamos o no. No saldremos de esto inmunes. Si bien las oficinas de AIDA se encuentran en perfectas condiciones, las noticias de amigos que han perdido seres queridos o sus hogares continúan llegando. Sabemos, porque ahora lo vemos, que los habitantes de México tienen una fuerza espectacular para tomar en sus manos palas y corazones. Sabemos que la reconstrucción que nos espera, tendrá sus cimientos en la solidaridad y la empatía. Tenemos la confianza que millones de personas despiertas y actuando como verdaderos ciudadanos conscientes e involucrados seguirán trabajando activos por nuestra ciudad y país. Volvemos a nuestras actividades conscientes de que miles de personas necesitan ayuda, no sólo en la Ciudad de México, sino en los estados de Morelos, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Tabasco y Chiapas. Trabajamos para ellos y para todo el continente. Trabajamos para esta Tierra que nos ha recordado que la vida es un instante y siempre vale la pena luchar por ella. Atte. El equipo de AIDA en la Ciudad de México: Astrid, Ava, Cecilia, Laura, Paulina, Rodrigo y Víctor. ¡#FuerzaMéxico!
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