Project

Foto: #RealChile

Protegiendo los mares de la Patagonia chilena de la industria del salmón

En la región de Magallanes, ubicada en plena Patagonia chilena, está el mayor número de áreas naturales protegidas del país. Glaciares, lagos, ríos y mares —alimentados por nieves permanentes— conforman paisajes únicos que son hogar de muchas especies protegidas como la ballena azul, el cachalote, el pingüino de Magallanes, la foca elefante, la tortuga laúd, el delfín austral y el delfín chileno, entre otras.

Las frías aguas de este rincón alejado del mundo son aún prístinas y, por tanto, menos resistentes a la presencia de actividades humanas de alto impacto. Esa fragilidad está siendo de a poco invadida por la industria del salmón, que ya ha causado estragos ambientales en otras regiones del país.    

En Chile, los criaderos de salmón se han multiplicado en condiciones dañinas para la naturaleza y sin una regulación y supervisión adecuada por parte de las autoridades. Las empresas de esa industria han sobrepasado el número de peces que las aguas pueden soportar y las han llenado de cantidades enormes de antibióticos y otros químicos con los que alimentan a los salmones. Esos desechos, junto con las heces de los propios animales, provocan, entre otros daños, la falta parcial o completa de oxígeno, lo cual amenaza toda forma de vida en el mar.

Las grandes salmoneras han puesto ahora los ojos en la región de Magallanes, causando ya daños verificados. Según una auditoría gubernamental, más de la mitad de las granjas de salmón que operan allí actualmente están afectando la disponibilidad de oxígeno de la zona, algo que no ocurría antes de su llegada.


Lee nuestro informe sobre los riesgos de la expansión salmonera

 

Partners:


Seminario virtual "Cambio climático: ¿A qué nos enfrentamos y cómo hacerlo mejor?"

Los impactos del cambio climático pueden verse en nuestra mesa. Tienen que ver, entre otras cosas, con la disponibilidad diaria de agua y de alimentos. Como una de las regiones más vulnerables, América Latina debe dirigir sus esfuerzos a la generación de energía realmente limpia. Por otro lado, el aporte personal de cada ciudadano a la adopción de soluciones es clave. ¿Qué clase de consumidor eres? ¿Qué opciones tienes para ser responsable con el único planeta que tenemos? En este seminario virtual, especialistas en cambio climático y desarrollo sostenible hablaron de esos temas.  Grabación   Presentaciones      

Leer más

Lecciones de Fortaleza y Solidaridad del Terremoto en la Ciudad de México

Segundos antes de las 13:15 del martes 19 de septiembre, la Tierra nos recordó lo frágil que es la vida. En cuanto se sintió el primer movimiento y la alerta sísmica confirmó lo que pasaba, el equipo en la oficina de Ciudad de México suspendimos una llamada con personas en cinco países y salimos a la calle. Las palabras son insuficientes para describir el cúmulo de emociones que nos inundarían las siguientes horas y días.   Sentimos miedo y alegría, ansiedad y solidaridad, nerviosismo y esperanza.   Apenas dos horas antes, participamos en el simulacro en honor a las víctimas del terremoto de hace 32 años exactamente. Si bien para algunos habitantes de la Ciudad de México estos ejercicios son un protocolo repetitivo, en AIDA lo seguimos siempre pues estamos integrados por talentos de toda América Latina, algunos de ellos de regiones donde no hay sismos. Gracias a eso, supimos qué hacer.   Como pudimos, nos encontramos en el punto de reunión. Nos tranquilizó ver que los equipos de AIDA y de CEMDA —con quienes compartimos instalaciones— estaban bien. La calma nos duró poco, pues fueron llegando informes de calles cercanas. Derrumbes, fugas de gas, cortes de luz y de comunicación.   La ciudad suspendió actividades. La gente que podía se volcó a ayudar. Las calles donde hubo daños se inundaron de ríos de voluntarios. Astrid Puentes, codirectora de AIDA, dio refugio al equipo que, como pudo, regresó a sus hogares al final de la tarde. Lamentablemente, los daños dejaron inhabitable la casa donde se hospedaba una de nuestras pasantes.   Estos han sido días difíciles. Las actividades de AIDA se vieron afectadas porque nuestro equipo formó parte de las labores de ayuda. Vimos tantas muestras de solidaridad que, a pesar de la tragedia, la humildad y confianza de los y las mexicanas nos despierta una fuerza esperanzadora que jamás habíamos sentido. No existió oficio que no pudiera auxiliar en algo. Hemos visto mujeres y hombres terapeutas, abogados, motociclistas, cocineros, herreros, arquitectos, albañiles, periodistas, payasos ofreciendo sus conocimientos a una sola causa: ayudar a otras personas, las conozcamos o no.   No saldremos de esto inmunes. Si bien las oficinas de AIDA se encuentran en perfectas condiciones, las noticias de amigos que han perdido seres queridos o sus hogares continúan llegando. Sabemos, porque ahora lo vemos, que los habitantes de México tienen una fuerza espectacular para tomar en sus manos palas y corazones. Sabemos que la reconstrucción que nos espera, tendrá sus cimientos en la solidaridad y la empatía.   Tenemos la confianza que millones de personas despiertas y actuando como verdaderos ciudadanos conscientes e involucrados seguirán trabajando activos por nuestra ciudad y país. Volvemos a nuestras actividades conscientes de que miles de personas necesitan ayuda, no sólo en la Ciudad de México, sino en los estados de Morelos, Puebla, Oaxaca, Veracruz, Tabasco y Chiapas.   Trabajamos para ellos y para todo el continente. Trabajamos para esta Tierra que nos ha recordado que la vida es un instante y siempre vale la pena luchar por ella.   Atte. El equipo de AIDA en la Ciudad de México: Astrid, Ava, Cecilia, Laura, Paulina, Rodrigo y Víctor.   ¡#FuerzaMéxico!

Leer más

Niña indígena juega en el río San Pedro Mezquital, México

Pensando en los ríos como las venas del planeta

Algunos de mis recuerdos más preciados de la infancia ocurrieron en o cerca de un río. Aún recuerdo la sensación del agua helada en mis pies y cómo la corriente me jalaba suavemente entre piedras y ramas.  En vacaciones, con mis primos, solíamos aventarnos a un río que estaba cerca de la casa de campo de mis tíos, desde lo alto de rocas o desde las fuertes ramas de un árbol. Recuerdo además viajes por carretera en los que atravesábamos los grandes ríos del sur de México a través de puentes muy largos. Siempre he pensado que los ríos son las venas del planeta. Los ríos y sus afluentes llevan en sus aguas nutrientes a humedales, lagos y al mar. También llevan oxígeno y son el hogar de miles de animales. Y son fuente de agua para millones de personas en pequeños poblados y grandes ciudades. Nos dan alimento, entretenimiento, transporte y vida.  Los desastres naturales recientes nos han recordado que —aunque nos empeñemos en hacerlo— no hay límites, represas, diques o ductos que puedan controlar al agua. Aunque es cierto que, implementadas adecuadamente, las represas pueden ser beneficiosas, en muchos casos y particularmente en proyectos de gran envergadura, los daños son mayores que los beneficios. Actualmente, existen más de 300 proyectos de grandes represas en construcción o planeados en América Latina. Ello está ocurriendo sin que se realicen, en la mayoría de los casos, evaluaciones adecuadas respecto de los impactos ambientales y sociales. El resultado son comunidades desplazadas de sus hogares, bosques deforestados, ríos sin peces, etc.  Bloqueando nuestras venas El agua que fluye en ríos y conjuntos de ríos es vital para mantener el equilibro natural del planeta y sus condiciones de funcionamiento, entre ellas el clima. Es como la sangre que circula por el complejo sistema de nuestro cuerpo. Una de las principales causas de muerte en las personas son los infartos o enfermedades cardiovasculares, derivadas del colapso o taponamiento de arterias o venas. En el planeta, por el contrario, sólo un tercio de los grandes ríos del planeta continúan libres, sin presas ni canales. Entonces, sin ser médico o biólogo, me pregunto: ¿estamos rumbo al colapso del sistema al bloquear, entubar, manipular y contaminar las venas de la Tierra, que es también un organismo vivo como nosotros? Si el ciclo hidrológico es el principal regulador del clima, ¿es la actual crisis climática una de las respuestas de nuestro entorno natural a los daños causados en su sistema circulatorio? Una causa de extinción La desembocadura del río Colorado en el mar de Cortes, al noreste de México, es una zona rica para la vida marina del Golfo de California, incluyendo la vaquita marina, una especie de marsopa casi extinta. El caudal llevaba al mar sedimento con muchos nutrientes, pero ya no. Desde su nacimiento en las montañas de Colorado, hasta el fin de su cauce principal, en el río Colorado se han construido más de 10 grandes presas y 80 desviaciones de agua para la agricultura y otros usos. El Golfo ahora recibe muy poca agua del río, lo cual afecta no solo a la vaquita marina sino también a los pescadores de la zona. Nadie menciona que la casi desaparición de esa especie puede deberse en gran medida, a la destrucción de su hábitat por el represamiento del río. El último río libre También en México está el río San Pedro Mezquital, el último río que fluye libre en la Sierra Madre Occidental.  Sus aguas vinculan y son fuente de identidad y cultura para los pueblos indígenas de la región. Su cauce, de más de 500 kilómetros de longitud, conecta los bosques de la sierra con los manglares de la costa, desembocando en Marismas Nacionales, el manglar más extenso del Pacífico Mexicano.  Marismas Nacionales es un humedal de importancia internacional, sustento de las más de 12 mil familias dedicadas a la pesca, la agricultura y el turismo. Pero el San Pedro Mezquital está en riesgo, por la intención del gobierno mexicano de construir allí una represa hidroeléctrica.  Si el cauce del río es interrumpido, su aporte de nutrientes aguas abajo se reduciría drásticamente, poniendo así en peligro la existencia de Marismas Nacionales, su biodiversidad y la rica economía de la zona, destruyendo además al menos 14 sitios sagrados para las comunidades indígenas. Estamos a tiempo de cambiar el rumbo y evitar el colapso del mundo natural que nos rodea, el único que tenemos. En AIDA entendemos la importancia de los ríos y buscamos protegerlos de proyectos inadecuadamente implementados. Si hacemos ejercicio y comemos sano para evitar infartos, ¿por qué no dejar de contaminar o bloquear el curso natural y libre de nuestros ríos para gozar de un ambiente sano?

Leer más